Cine

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La Razón
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Se llama Jan y se acaba de estrenar como estrella de cine, aunque en las redes sociales ya lo es desde hace tiempo. Pepita, Pablo y Jan son tres «influencers» sin saberlo, sin ser conscientes de cuánto bien nos están haciendo a todos. Pepita sigue intentando aprender a caminar de manera autónoma, pero cada paso que da es mucho más importante que la primera pisada del hombre en la luna. Pablo acaba de ir a la pelu y no soporta con paciencia que le corten las puntas, pero le encanta el secador. Y Jan ha ido a ver su peli y disfruta siendo una estrella. Levanta el puñito cada vez que se ve en la pantalla, igual que cuando canta goles, igual que cuando asiste al Calderón a ver al Atleti, el equipo del que le ha hecho un vecino. Los padres de Jan miraban las ecografías como las miran las parejas que se aman y deciden emprender el camino más difícil, el que sella definitivamente el amor o, al menos, el compromiso de amarse para siempre. Y un día llegó la noticia. Tiene Down, igual que Pepita y Pablo. La mamá de Jan lo cuenta en la película de su niño: «Has de hacer el duelo por el hijo que no tuviste, pero no puedes perderte en llantos el hijo que tienes». Desde entonces, ese crío de gafitas rojas y melena de príncipe hace de este mundo un planeta mucho mejor. Nos está enseñando, como Pepita y Pablo, que es ridículo el pudor que sentimos a expresarnos, a demostrar mucho nuestra felicidad o nuestra tristeza; que abrazar mucho, besar mucho, tocar mucho, no es sinónimo de flaqueza, sino todo lo contrario. Nos están enseñando que a veces la fortaleza se encuentra en la debilidad, que es posible superarse, remontar, dedicarse a otro, volcarse en otra vida que no es la tuya. Y que ahí reside la felicidad. Jan, Pablo y Pepita. Gracias.