Pilar Ferrer

Duelo sin rival

En los últimos día del verano, en la calas menorquinas de Fornells, donde Artur Mas había casado a su hija, hubo algunas conversaciones políticas de altura. Allí veranean también el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y uno de los mejores amigos de Mas, Jordi Vilajona. Curiosamente, ambos muy conocedores de la política madrileña. Trias fue portavoz el Grupo Parlamentario de CiU en el Congreso, y Vilajona, ahora senador, secretario de la Mesa de la Cámara Baja. El órgano legislativo por excelencia, garante máximo de la Constitución. Paradojas de la vida. ¿Alguien se imagina ahora a Trias o Vilajoana, cuyas actas de sus intervenciones son públicas, erigirse como independentistas acérrimos? La hemeroteca no miente.

En las tardes menorquinas, mientras la tramontana sopla y el sol se oculta, el presidente de la Generalitat habló con mucha gente. Rehén absoluto de ERC, merced a sus propios errores, Artur Mas lanzó puentes a Madrid. Sabe bien de la excelente relación de su socio, Josep Antoni Durán Lleida, con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría e, incluso, con el propio Mariano Rajoy. Y alguien le hizo llegar una frase lapidaria: «Mira, Artur, arregla esto antes de que te lo acaben de estropear todos los demás». Algunos empresarios catalanes de tronío, afincados en verano en Menorca, así se lo hicieron llegar. La consulta, si es ilegal, nunca. Elecciones, cuando quieras. Ahí, te retratas.

Y aquí estamos. El Gobierno no va a amover un ápice su ruta constitucional. Mas, preso de unos socios de ERC, paladines del triunfo, debe recordar que Cataluña no es nada sin España. ¿Quién paga sus nóminas?, ¿Quién respeta cómo nadie sus señas de identidad sin agredir a España? ¿Con quién negocia sus cuentas en el Consejo de Política Fiscal y Financiera? El presidente de la Generalitat y Convergencia bien lo saben. Su duelo soberanista no tiene rival. Porque enfrente hay un referente inalterable: la legalidad y la Constitución. Que no lo olvide.