Restringido
Echemos a los españoles
Los catalanes siempre hemos presumido de tener buenos cómicos y de exportar un humor fino e inteligente. Destacan, entre otros muchos, personajes de la talla de Capri, Mary Santpere, Josep Andreu «Charlie Rivel», Eugenio, Buenafuente y un amplísimo elenco de payasos, saltimbanquis y graciosos presentadores que han conquistado el corazón de la mayoría de catalanes y españoles. Pero desde que el nacionalismo ha tomado la ruptura con el resto de España como la hoja de ruta para tapar sus vergüenzas corruptas, la presión de propaganda separatista ha provocado un profundo cambio en la conciencia de muchos catalanes, y ha ganado enteros la creencia de una superioridad moral de nuestra particular ironía sobre el gracejo mesetario o el chabacano andaluz como el denostado de los Morancos (a pesar del origen catalán de los hermanos Cadaval). Los catalanes, según los próceres mandatarios que rigen la ortodoxia del espíritu catalán, somos una sociedad homogénea, nacionalista, sardanista, barcelonista, antitaurina, y sobre todo disponemos, de manera natural, de un sentido del humor superior al de los zotes españoles. En la Catalunya del proceso a la independencia, los programas líderes de audiencia en TV3 son los conocidos «Polonia» y «Crackovia», ambos producidos con profusa inversión y de un contenido que combina un fino ingenio, gran calidad y mucha mala leche; con millones de seguidores y causantes de furibundos y apasionados debates entre mis conciudadanos, que se burlan de todos y de todo, pero especialmente de los engreídos dirigentes españoles, que son sometidos a hirientes burlas. La última nota jocosa que los catalanes hemos producido para deleite de todos los españoles, ha sido la elección del nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya, el flamante y despeinado periodista Carles Puigdemont (pronúnciese «Putxdamon»), fundador de la «Agencia Catalana de Noticias», redactor del periódico «El Punt- Avui», presidente de la «Associació dels Municipis per la Independència» y alcalde de Girona. Después de meses de teatro sobre quién debía dirigir a Catalunya hacia la secesión en un proceso que parecía condenado al fracaso, ha sido elegido sucesor del señor Mas, el que fue candidato número tres por la lista «Junts Pel Si» por la provincia de Girona, después de asambleas, reuniones, secretismo y martingalas variadas que han dado escenas de una parodia de la política y sin ninguna seriedad. Humor del bueno. Pero más allá del tono humorístico que pueda inferirse de la elección del alcalde de Girona en sustitución del señor Mas, no podemos obviar las tremendas palabras que el señor Puigdemont pronunció en un acto en 2013: «Els invasors seran foragitats de Catalunya», traducido como «los invasores –entiéndase los españoles– serán expulsados de Cataluña», frase que bramó con sonrisa amplia y ante la señora Carmen Forcadell y otros gerifaltes de la «ANC», todo ello expuesto en tono jocoso y desenfadado en medio del proceso separatista, alegre y popular que nos conducirá a la plena independencia. El humor del señor Puigdemont suena a una terrible amenaza. La comedia bufa del proceso separatista emprende el camino de una tragedia. Será el nuevo humor nacionalista.
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