Julián Redondo
Efervescente
Del todo o nada de Ucrania, a la efervescencia de la España improvisada sobre un pilar ya inalterable: el estilo de La Roja. Prevalecen los valores de un equipo que jugó como los ángeles, no hace tanto, y que a ratos ofrece detalles que lo recuerdan.
Cada baja por obligación o por precaución la ha cubierto Vicente del Bosque con criterio, sin organizar una revolución drástica, para no reventar los muros de carga. Como el talento prevalece, el toque es esencial y bajo las órdenes del mariscal Cesc se arranca Isco por bulerías en busca de Thiago. No pierden de vista a Nolito, el cascabel del juego. Cuando tienen la pelota parece que va a pasar algo. San José, como hace Busquets, trata de proteger los avances y de atemperar la furia del rival. España no ha perdido el gusto por el fútbol, y juega, aún remendada con jugadores que son recambios con sello de garantía, aunque todavía es pronto. Hay que creer en Etxeita, en Nacho, los dos centrales; en el goleador Mario, como en esa realidad que ya es Nolito.
Sufre Ucrania, se alarga y llega a De Gea, que responde con reflejos felinos y la seguridad del portero consumado. La nueva Selección opone carácter, velocidad y criterio; menos rotundidad de la que exigen los entrenadores que reniegan de los partidos de ida y vuelta, poco rigurosos, porque en esas alternativas se envalentonan los débiles y los sustos pueden llegar a materializarse y dejar de ser espectros. Pero es entretenido. Gusta. Lucen los porteros, vibra la grada, que sufre, y España gana en Kiev. Enhorabuena.
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