Fernando Rayón
El apoyo de la CUP
Lo que está ocurriendo en Cataluña produce tal desazón que resulta difícil analizar con serenidad las cosas que van ocurriendo cada día. Que son muchas y cada vez más preocupantes. Por ejemplo, nos hemos acostumbrado a que un partido neo marxista revolucionario que se llama Candidatura de Unidad Popular (CUP), con diez diputados y 336.375 votos, sea capaz de decidir lo que afecta a siete millones y medio de catalanes. Y eso es un disparate. Hemos visto también como –en una las primeras sesiones del Parlament–los diputados de este partido se ponían de pie para aplaudir y mofarse del discurso de otro diputado, Xabier García Albiol, del PP, como si el desprecio hubiera ganado definitivamente la batalla al respeto democrático. Pero lo de ayer ha dejado de ser una provocación para convertirse en una humillación. Porque ayer se reunieron, supuestamente para llegar a un pacto de investidura, Antonio Baños, el líder de la CUP, su portavoz parlamentaria, Anna Gabriel, y el diputado Benet Salellas con el presidente en funciones del Gobierno catalán, Artur Mas. A la reunión, que duró tres horas y fue en el Palau de la Generalitat, también acudieron los líderes de ERC, Oriol Junqueras y Marta Rovira.
La bajada de pantalones del President fue tal que, para ganar la votación de hoy, ofreció un futuro Gobierno con tres vicepresidencias: algo similar al Ejecutivo coral que pedía la CUP. Mas sería presidente pero cediendo las competencias ejecutivas a Oriol Junqueras (ERC), Neus Munté (CDC) y a Raül Romeva (Junts pel Sí). El primero, sería vicepresidente económico; la segunda, vicepresidenta del área social, y el tercero, vicepresidente de relaciones internacionales. Esto último debe ser porque habla inglés y ya está acostumbrado a hacer el ridículo en la BBC.
¿Cómo es posible que todo un president se abaje de tal manera ante las demandas de un partido? Me dirán que de Artur Mas ya hemos visto muchas cosas, y más que veremos, y que no debemos extrañarnos, pero ¿qué pensarán sus votantes y dirigentes –tantos consellers– de esta claudicación?
La CUP está ganando una partida que no merece ganar. Que Cataluña quede en manos de un partido como este es algo preocupante, pero las formas de conseguir este triunfo están pasando a los anales de nuestra democracia como uno de los momentos más vergonzosos y lamentables que recordamos.
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