Julián Redondo

El dinero y la felicidad

Perpetuo Simeone. Si los resultados, los buitres y el desequilibrio del fútbol en general no lo impiden, el Cholo, que ya es eterno en el Atlético de Madrid, prevalecerá en el club hasta 2020, por lo menos. Si el experimento, que no deja de serlo en España por la duración del contrato, produce los efectos positivos deseados, en la ribera del Manzanares habrá nacido el nuevo Ferguson, oriundo de Buenos Aires, y ese Atlético que «in illo tempore» consumía entrenadores con la voracidad de un banco de pirañas será ejemplo de estabilidad, lo que hoy parece, lo que tanto necesita, como cualquier otro contendiente. Simeone es la piedra filosofal que todo lo que toca en este equipo lo convierte en esperanzas que, no ha mucho tiempo, producían vértigo y hasta miedo siquiera imaginar. La apuesta de la entidad por el Cholo es lo que cualquier aficionado atlético esperaba; pero, por lo visto, ha sido necesaria la incorporación de Wang Jianlin, un milagro llamado Wanda, para proporcionarle lo que cualquiera con su aura y reputación exigiría en esta hora aquí o allende los Pirineos. A Simeone le ha convencido una ficha galáctica y un proyecto ambicioso. Tanto, que el club vendedor por excelencia, y porque no le quedaba más remedio, con la entrada del magnate chino en el accionariado se ha convertido en comprador. El dinero y la felicidad, de la mano. Como lluvia fina de esta primavera desapacible, riegan nombres de mucho calado los terrenos del Atlético. Cada día suenan con más insistencia Cavani y Reus, dos jugadores excepcionales requeridos por el Cholo para luchar la próxima temporada con el Barça y el Madrid por el primer escalón, y no por el tercero con el Valencia y el Sevilla. Ése es el reto, nada más lejos de un salto al vacío.