Restringido

El error socialista

La Razón
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Pedro Sánchez no consigue controlar los desvaríos nacionalistas del socialismo catalán. Parecía que con la purga última tras el falso referéndum y el encargo a Miquel Iceta de hacerse con las riendas el PSC empezaba a dejar de ser un quebradero de cabeza en Ferraz. Vana ilusión. Ha bastado un nuevo empujón de los secesionistas para que aflore de nuevo el alma catalanista. Los concejales socialistas en importantes ayuntamientos como Tarrasa o Castelldefels no han tenido inconveniente en votar a favor de la independencia de Cataluña. Y lo que es aún más preocupante: Iceta se ofrece a gobernar con ERC, el impulsor principal de la secesión, y a apuntalar a Colau y Podemos en el Ayuntamiento de Barcelona, como si la funesta experiencia del tripartito, madre de todos estos males, no fuera ya bastante. ¡Ay el pobre Maragall, desenmascarado por Pepe Bono en sus memorias! ¡Ay el andaluz y servicial Montilla! ¡Ay el talante de Zapatero cuando la reforma del Estatuto! ¡Ay el error de Felipe González de suprimir el recurso previo de inconstitucionalidad! ¡Ay el papel complaciente del PSOE en todo este endiablado enredo! Es comprensible el cabreo de Sánchez y su demostración de impotencia por más metros de bandera española que exhiba. Pero el error socialista de fondo, que da pie y fomenta estos graves desajustes internos, es su arcaica concepción federalista de España, que el partido asume como dogma de fe, de forma acrítica y sin concretar su alcance. Hoy nadie sabe en qué consiste la reforma federal de la Constitución que propone el PSOE. Si al final, como empieza a considerarse en el PP y en otras altas esferas, se acomete una reforma constitucional, no será en clave federal ni para dar más facilidades a los nacionalistas vascos y catalanes, sino por el contrario, como propone lúcidamente Fernando Savater y desean la mayoría de españoles, para que el Estado recupere competencias en materias clave como educación, sanidad, etc., aunque a Iceta no le guste. O precisamente por eso.