Martín Prieto
El fénix islamista
El Califato islamista que pretende retomar el vuelo a partir de las cenizas de Siria e Irak combate también en su retaguardia europea donde cuentan con un ejército de hombres y mujeres durmientes. Las recientes detenciones de «lobos solitarios» y comandos dispuestos a volver a sembrar el terror en Madrid son un aviso ominoso de que el 11M puede tener réplica. Visito con frecuencia a un sacerdote amigo que perdió un brazo y una pierna en Atocha, cercenados sin posibilidad de prótesis, un Blas de Lezo madrileño y pacifista, y en cada conversación volvemos a la civilidad de todos en aquella jornada de sangre que nos distingue más que un dos de mayo. Con casi doscientos muertos entre los hierros y los quirófanos y un tendal de heridos, la mayoría mutilados, no se escuchó en toda España un grito contra el islam, una procacidad contra el Corán, o musulmán alguno recibió una imprecación o una bofetada de taberna. Durante aquel día infame el lugar más seguro de Madrid fue la mezquita. Mi cura y yo sentimos una pequeña envidia por el estremecimiento internacional por «Charlie Hebdo», que pareció olvidar que la mayor barbaridad terrorista en Europa fue la que nosotros padecimos. El Cercano o Próximo Oriente es eso: ...cercano y próximo. Las atrocidades medievales que el Califato Islámico propicia en Siria e Irak se dan en la acera frontera aunque las contemplamos como si fueran las antípodas. El Estado Islámico va más lejos de una nación suní o el rediseño de Oriente Medio: su utopía es la destrucción de Europa occidental, volver a colocarse a las puertas de Viena, reinstaurar el Califato de Córdoba muy por encima de Burgos. Como esto es el sueño de la razón lo tomamos como las aventuras del guerrero del antifaz, cosa poco seria, haciendo énfasis en lo cruel de las devoluciones en caliente. Nuestro regreso al futuro es que tenemos garantizado un terrorismo atroz en Al Ándalus.
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