Alfonso Ussía

El Himno educado

Se advierte un emergente desencanto en las redes con las atalayas de «Podemos». Entre los mejunjes de la productora «La Tuerka», la diáfana –pero aún presumible–, corrupción de la novia comunista del propietario de «La Tuerka», la jeta de Íñigo Errejón y las ganancias millonarias de «Monedeuro», los planes para tomar La Bastilla se están desvaneciendo. Además, que han hablado mucho, profesoralmente, y han dicho muchas tonterías, profesoralmente también. Hoy recojo palabras de cercanísimos ayeres del camarada Iglesias, que se apuntaba a escribir de todo. La fuente es la página «web» «Rebelión.org», y dedica sus hondos pensamientos a un mundial de baloncesto.

Le molesta sobremanera oir el Himno de España, al que califica de «cutre pachanga fachosa». El Himno de España o Marcha Real tiene su origen en la Marcha de Granaderos, siglo XVIII, y se me antoja una falta de respeto denominarlo de esa guisa, porque a una abrumadora mayoría de españoles, ese Himno les gusta y emociona. Se trata del Himno Nacional más educado del mundo, porque carece de letra y se transmite por la música, no a través de mensajes patrioteros o violentos como la gran mayoría de sus colegas.Seguro estoy de que al camarada Iglesias le gusta más el efímero «Himno de Riego», más adaptable a un coro de borrachos que a la representación de una nación. Al Himno Nacional cada español le pone la letra que se le antoja libremente, y cada español lo siente a su manera. Incluso, no lo siente, como es el caso de Iglesias, pero ello no justifica el insulto. En su analfabeto texto, y al referirse a la Bandera de España –que también le repatea–, el profesor sin cultivo afirma que es una bandera «monárquica y postfranquista». Es decir, posterior a Franco. Es decir, que en lugar de Don Juan Carlos I, hemos tenido como Rey durante los últimos cuarenta años a Carlos III, el Rey «postfranquista» que la estableció el 28 de mayo de 1785, unos años más tarde del fallecimiento de Franco, según el erudito bolivariano. Ese decreto, al adoptar los colores rojo y gualda del Reino de Aragón y de la Casa Condal de Barcelona, con los cuarteles de Castilla y León para distintivo de la Marina, dio origen a la Bandera Nacional. «Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a los largo en tres listas, de las que la alta y la baxa serán encarnadas, y del ancho cada una de la quarta parte del total, y la de en medio amarilla, colocándose en ella el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León con la Corona Real encima». El Decreto continúa. Y lo firman, con el permiso de Franco al que acudieron a solicitarle la venia en 1785, Carlos III y su ministro Valdés, que agradecieron efusivamente a Franco la confianza depositada en ellos. Que así interpretan la Historia los ignorantes.

El zoquete bolivariano nos informa: «El nacionalismo español me revienta mucho más que el vasco o el catalán». Se equivoca el zoquete. España es una nación con un idioma universal, pero al tiempo, plurilingüe. España es una nación sostenida y desarrollada desde el mestizaje. No hay pues un nacionalismo español, un sentimiento excluyente y diferenciado por la lengua o la supuesta raza. No obstante, no causa sorpresa alguna que lo vasco y lo catalán le guste más que lo español, porque como todo español de la izquierda radical, odia a España por motivos que nada me importa averiguar.

El estalinista abomina de nuestro querido y educado Himno. A la Bandera de España le dice «postfranquista» cuando data de 1785, y nos quiere imponer la tricolorcilla efímera y el Himno de Riego. Él, la de las subvenciones fraternas, el de las becas incumplidas y el millonario «Monedeuro», empresario ejemplar.

Y no hemos ni comenzado a saber cositas.