Lucas Haurie

El listo no se entera

El listo no se entera
El listo no se enteralarazon

Una jerarca del PSOE andaluz preguntó hace poco a la esposa del secretario general autonómico: «¿Qué se siente al dormir todas las noches al lado de un genio?» La política española ha sobrepasado con amplitud la frontera de la prudencia en este lampante culto a la personalidad del líder. La cosa adquiere risibles tintes norcoreanos. La obra escrita de José Antonio (¡¡presente!!) Griñán cabe en una caja de fósforos y de sus habilidades retóricas, el mayor elogio que cabe realizar es que se defendía con maña de los ataques de Javier Arenas, tercer o cuarto mejor orador del casino de Olvera, y apenas logra contener a Zoido quien, citando al poeta, tampoco es que sea «Adriano en elocuencia». Una antigua e imperecedera amistad con parte de su familia política me permitió humanizar a la (presunta) minerva en cierta celebración cumpleañera, cuando se afanaba en regatear a parvularios en pleno barrio de Santa Cruz con un balón desinflado y el nivel freático de su hígado con todos los indicadores en rojo. Mucho mejor, dónde va a parar, vivir administrado por un gobernante terrenal que se cabrea con la oposición y se achispa en las fiestas que bajo la efigie que antier intentaba eludir una responsabilidad tan evidente como la sucesión de las estaciones con excusas sólo aptas para fidelísimos e imbéciles, valga la redundancia. A costa de repetirle sus aduladores que es muy inteligente, se lo ha terminado por creer. Pero ahora se quiere librar de la justicia argumentando que, en realidad, es un señor que no se entera de que cientos de millones pasan bajo sus narices.