Alfonso Ussía
«El pacífico»
No puede extrañar que una treintena de dirigentes de «Podemos» se haya sumado a la marcha convocada por el entorno etarra para exigir la libertad del canalla de Otegui. En su momento, Rodríguez Zapatero lo definió como «un hombre de paz». Que se lo hubieran preguntado a Gaby Cisneros, tiroteado por el comando terrorista del que formaba parte el «hombre de paz».
Otegui ha sido, durante años, la cabeza de la serpiente y el mango del hacha. Un personaje curioso en otros aspectos no vinculados a la actividad del terrorismo de despacho. Ha sido protagonista de algunas huelgas de hambre, durante las cuales engordó sobremanera. De haberlas llevado a cabo con sinceridad, como hizo el criminal De Juana Chaos, le habrían puesto de patitas en la calle. Recuérdese la angustiosa pregunta de Rubalcaba cuando el Gobierno de Zapatero excarceló a De Juana. –¿Y si se nos muere en la cárcel, qué?–. Pues nada, que se murió en la cárcel. El mismo terror que experimentó el Gobierno de Rajoy con el depredador Bolinaga. Cáncer terminal, muerte inmediata y tres años tomando potes y pinchos con su cuadrilla por las calles de Mondragón.
En España la justicia se rige por un Código Penal. No se contempla el delito político, ni se sancionan ideas o pensamientos. Otegui está en la cárcel porque ha formado parte, con muy alta responsabilidad, de la banda terrorista ETA. Nada se ha hecho en la ETA sin el consentimiento o silencio aprobatorio de Otegui. Su andadura como terrorista de a pie no fue extenuante. Prefirió el terrorismo de despacho, que era menos arriesgado.
Y lo ejerció con soltura, dominio y singular inteligencia. Si los de «Podemos» ignoran su implicación en centenares de crímenes y su amparo constante a los asesinos, es un problema de «Podemos», que en el fondo –un fondo con escasa hondura–, se llevan la mar de bien con los restos del terrorismo vasco. «In vídeo veritas».
Los de «Podemos» han manifestado que su presencia en la manifestación por la libertad de Otegui responde al «apoyo de un nuevo tiempo político». Eso, la frase que queda bonita y el hedor que desprende cuando se emite. Como se lee en el editorial de LA RAZÓN, Otegui representa todo lo contrario. Nada de un nuevo tiempo político, sino el retorno al viejo tiempo del terror y la mentira. Al viejo tiempo de los coches-bomba y los disparos en la nuca. Al viejo y ensangrentado tiempo de los niños despedazados en brazos de sus padres. Al viejo tiempo de los secuestros, los chantajes y las extorsiones. Al viejo tiempo del éxodo de casi trescientos mil vascos que dejaron su tierra, sus raíces y sus trabajos por encontrar en el resto de España la seguridad de sus vidas. El viejo tiempo de las aceras sangradas y humeantes, de las mutilaciones, de los centenares de guardias civiles, policías y militares asesinados desde la cobardía de la distancia, la espalda o la bomba. De los más de veinte niños que la «lucha armada» asesinó cuando iban al colegio armados de sus mochilas, sus deberes y sus lápices de colores. ¿Es ése el nuevo tiempo que defiende «Podemos»?
Las palabras, por calculadas que sean, no pueden cegar la realidad. Aquellos viejos tiempos de sangre y dolor, no afectaron a una parte de la sociedad española. Fue toda la sociedad la víctima de los crímenes nauseabundos de aquellos asesinos que Otegui dominaba desde su despacho.
«Podemos» puede hacer lo que le venga en gana. Su descenso en el aprecio del electorado no es una casualidad. Pero hágalo sin escudarse en palabras y frases absurdas. Si desea la libertad de Otegui, que lo manifieste sin camuflajes semánticos. Y si ellos se sienten como Otegui, que lo reconozcan. No pasa nada.
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