Cristina López Schlichting
El polo de Antonio Banderas
Me encanta el polo sin cuello que ha sacado Antonio Banderas al mercado, ahora que se ha hecho diseñador de moda. Tiene tanto estilo que ha desaparecido de las estanterías de El Corte Inglés, ha hecho furor. Se puede relegar esta noticia al cajón mental de lo baladí –en cierto sentido lo es– pero a mí me ha llamado la atención que un actor triunfe en la industria. Banderas ha demostrado que un hombre maduro, inteligente y trabajador se puede reinventar. De estrella de cine, director y productor a diseñador de moda, ahí es nada. Tuve oportunidad de conocerlo personalmente en el 2009, cuando recibimos juntos el Micrófono de Oro de la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión en Ponferrada, de la mano del genial Luis del Olmo. Los periodistas desarrollamos un olfato sobre las personas que nos lleva a apreciar, por pura deformación profesional, detalles ínfimos. A mí me llamó la atención que Antonio saliese a correr a las nueve de la mañana. Era un fin de semana de asueto para todos los premiados, pero se puso una camiseta y salió rodeado de varios guardaespaldas que jadearon con él a toda velocidad por Ponferrada. Mientras los demás desayunábamos, leíamos la prensa o descansábamos, él sudaba. Banderas es andaluz, ama las procesiones y los amigos, las mujeres y la juerga y, a la vez, es un empresario ambicioso y un trabajador nato. Como Julio Iglesias, como Carlos Herrera, como Shakira, como Antonio López. No he conocido a nadie verdaderamente destacado en lo suyo que no aúne estas capacidades. Es un gran error –muy nuestro– atribuir el éxito de los demás a la casualidad, la suerte o el enchufe. Esas cosas no determinan una carrera ni mucho menos la permanencia en lo más alto. En mi equipo de radio hemos comprobado que las personas más humildes y atentas con nosotros son las que aparentemente menos lo necesitarían. Se acuerdan de los nombres, son puntuales, cuidan, los detalles, son educadas y encantadoras con todos. Tenemos sin embargo una lista negra de famosillos con muchos menos méritos que son altaneros, despectivos, exigentes y déspotas. Qué curioso. Yo creo que una y otra cosa están relacionadas. Que la humildad, la bonhomía y el trabajo bien hecho hacen llegar lejos a las personas. Me lo ratifica este cambio de rumbo tan abrupto y sin embargo tan eficaz de Antonio Banderas. La industria textil es una fuerza muy poderosa del mundo actual, pero para dominarla hacen falta conocimientos. En la mediana edad, Banderas se ha metido a estudiar en una escuela de diseño, con la humildad del primerizo; y después ha invertido tiempo y dinero. Seguro que le ha sido de mucha utilidad el conocimiento de la naturaleza humana acumulado durante toda una vida. Las costumbres de consumo, la pasión de la gente por las estrellas, los estilos que entusiasman, las técnicas de mercado. Y lo ha vuelto a conseguir, ha dado de nuevo en el clavo. Con paciencia, estudio y esfuerzo ha vuelto a triunfar.
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