César Lumbreras
El purgatorio de Sánchez
Pedro Sánchez va a pasar un auténtico calvario para formar gobierno, si es que lo logra, y un gran infierno después, en el día a día. Mientras tanto, en Bruselas le esperaría un purgatorio, porque no se fían de él. Si finalmente llega a La Moncloa, será recibido como corresponde, faltaría más, en el club de los mandatarios de la UE. Pero eso no significa que vayan a confiar en él, por lo menos de entrada. Y eso vale tanto para los populares como para los socialistas. La razón es muy simple: Sánchez se ha saltado por dos veces un acuerdo existente entre las dos formaciones mayoritarias. El pacto consistía en que el grupo que sacase más eurodiputados, fue el PPE, presidiría la Comisión Europea, mientras que el segundo más votado, el socialista en este caso, tendría la presidencia del Parlamento, apoyándose mutuamente. Pero Sánchez hizo de su capa un sayo y decidió, primero, que los eurodiputados españoles de su grupo no votasen a favor del popular Junckers como presidente de la Comisión Europea; pocos meses después repitió la jugada y mandó a los suyos que no apoyasen a Miguel Arias Cañete como comisario de Energía y Cambio Climático. Puede que en España se olviden estas actuaciones, pero ni en Bruselas ni en el resto de las capitales de la UE lo hacen. Tampoco es que lo recuerden todos los días, pero los incumplimientos quedan archivados y, tarde o temprano, pasan factura. El enfado con el que algunos llaman Pedro El Breve fue grande en las filas populares, que le acusaron de traidor, pero fue mayor entre los socialistas que se sintieron doblemente traicionados. Si finalmente llega a la presidencia del Gobierno, tendrá que hacerse perdonar y ganarse la confianza de sus compañeros que participan en la Cumbre Europea. Por cierto, que si en España tenemos problemas, en la UE tampoco andan faltos de ellos. Las negociaciones con el Reino Unido y la crisis de los refugiados son dos de los más acuciantes.
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