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Julián Redondo

El Rey, en casa

El Rey, en casa larazon

Final de Copa 2013 en el Santiago Bernabéu, Real Madrid-Atlético. El Rey fue recibido con una cálida ovación; el himno, escuchado con el máximo respeto, y Toni Freixa, hasta hace cuatro días portavoz del Barça, se puso en pie para aplaudirlo. Educación. Don Juan Carlos entregó los trofeos y no recibió más desprecio que el de Mourinho y Cristiano, que no se dignaron a recoger los suyos. En 2009, en Mestalla, a mi amigo Julián Reyes le costó el puesto la final entre el Barcelona y el Athletic Club, acaso por evitar a la mayoría de la audiencia el bochorno de la grosera y atronadora pitada que las aficiones azulgrana y rojiblanca dedicaron al Jefe del Estado. Fue lo más parecido a un escrache, término que ahora está de moda y los argentinos. Barcelonistas y bilbaínos viajaron para insultar al Rey y ciscarse en el himno antes de que el árbitro señalara el comienzo del partido. En 2011, sólo la mitad del aforo valencianista (azulgrana) redundó en la sinvergonzonería mientras la otra mitad (madridista) intentaba en vano con sus aplausos afear tan lamentable conducta.

Este año se repite la final con idénticos contrincantes y el mismo plató; con el debido respeto, aconsejaría a Su Majestad que viera el partido por la tele, no que se vaya a Londres como el ministro Wert, tampoco es necesario, pero que no se acerque a Mestalla para que el rebaño lo abuchee. Y en cuanto al himno, que la mitad va a pitar por hobby, para qué reproducirlo. En el Martín Carpena de Málaga, en la final de la Copa de baloncesto, no sonó, por descuido, por norma o para no facilitar la chanza a los energúmenos, y nadie ha puesto el grito en el cielo.

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