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La Razón
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Los patriotas estamos hartos de nacionalistas. Convertir las elecciones de Cataluña en plebiscitarias como hicieron los separatistas tenía un riesgo para ellos: perderlas. Para los patriotas tenía el riesgo de fractura de una sociedad cuyas partes se necesitan mutuamente.

Aunque los independentistas ganaron las elecciones, perdieron el referéndum encubierto porque la mayoría de catalanes les dijo que querían seguir siendo también españoles.

Aquello fue un acto que desvirtuó un hecho democrático como son unos comicios, forzó el sentido político de las elecciones e incluso mostró algo insoportable para un republicano: el no sometimiento a la norma.

Las personas sensatas pensaron que no se atreverían a promover una declaración de independencia, que no sólo es un acto ilegal, sino que también carece de toda legitimidad política y social. Querían que los catalanes hablasen y hablaron y les dijeron que habían perdido el pulso.

Hay una construcción de un conflicto irreal con Cataluña, el único conflicto que existe es entre nacionalistas. Nos están llevando al desastre, el problema que tiene Cataluña y que tiene España es que sobran nacionalistas y faltan patriotas.

Hace unos días, un diputado socialista explicaba en la tribuna del Congreso la diferencia entre patriotas y nacionalistas diciendo que el patriota tiene como objetivo la libertad para los ciudadanos y el nacionalista sólo aspira a la independencia de su nación. Para el patriota, los enemigos son el despotismo, la corrupción y el no sometimiento a la Ley. El nacionalista vive para combatir contra los enemigos, que no son otros que la contaminación cultural y la impureza étnica.

Los dos nacionalismos en liza se odian entre sí, pero se necesitan para alimentarse. Sólo crece el uno si crece el otro y en su combate particular nos han llevado a la antesala del infierno. Los nacionalistas hacen la vida difícil a aquellos que no nacieron en el territorio que consideran propio, obligan a los demás. Obligan a elegir entre ser catalán o ser español; según ellos, no puedes ser las dos cosas.

Pero nacionalistas también son los que hacían campañas para no comprar en el supermercado productos catalanes o los que alimentaban el fuego de la confrontación, recogiendo firmas contra el Estatut y no tuvieron empacho en utilizar el nacionalismo para desgastar al Gobierno.

Hubiese sido mejor para España si el Partido Popular hubiese seguido la estela del Sr. Piqué, responsable del PP catalán, que, hasta que se lo prohibió la dirección nacional, mostró su intención de participar en la construcción del nuevo Estatut.

Algunos atacaron al presidente Zapatero haciéndole responsable de alimentar el nacionalismo. Hoy se demuestra que el nacionalismo no se alimentó con el Sr. Zapatero, sino con el otro nacionalismo. Los nacionalistas se equivocan; ellos creen que son enemigos voraces el uno del otro, pero en realidad forman parte de la misma construcción irreal.

Ni unos ni otros entienden que somos más ricos si somos más diversos, que España es ancha y que Cataluña no es un territorio cerrado y provinciano. Cada día hay menos fronteras físicas, pero algunos, los que piensan de manera jibarizada, tienen miedo de lo que no es igual, de lo que no es uniforme. Ellos tienen fronteras psicológicas que son barreras para la libertad y para la igualdad.

La leyes están para cumplirse y la primera obligación del Gobierno es que se cumplan. Pero también tiene la responsabilidad de actuar midiendo las consecuencias de sus acciones y salvaguardando la paz entre españoles. No puede pagar la sociedad española el desatino, la torpeza o la ambición de los unos y los otros.

Es más momento para la Política que nunca porque me niego a aceptar que sólo queda el camino de la fuerza. Un patriota no puede ser cómplice de la lucha entre hermanos, entre padre e hijo o entre amigos. Un patriota sólo lucha para que no haya lucha.

Muchos patriotas llevan mucho tiempo alzando su voz contra los nacionalistas. Éstos, aunque no sean conscientes, han hecho alianzas tácitas que les han llevado a combatir en ocasiones en la misma trinchera; otras, las más, enfrentados ferozmente. Por eso no somos responsables ni podemos ser la coartada de los nacionalistas.