Iñaki Zaragüeta
En manos de Iglesias
Sin legalidad o con ella, poco importa, una cosa está clara: Artur Mas convocará las elecciones del 27 de septiembre como un plebiscito sobre la independencia de Cataluña. CiU y ERC lo tienen claro y así lo proclaman con reiteración sus líderes, tanto Mas como Oriol Junqueras. «Quien vote a nuestra candidatura unitaria, lo estará haciendo a favor de la independencia», palabras inequívocas de junqueras a Alsina ayer mismo en Onda Cero.
Yerran, por tanto, quienes piensan que los secesionistas enmascararán sus intenciones para no asustar a quienes votaron siempre a los convergentes pero quieren seguir perteneciendo a España. Pues no, desean aprovechar la ocasión de una victoria y lanzar un órdago en toda regla. Eso sí, sin querer enterarse de la imposibilidad del recorrido, pero con la convicción de que el lío favorecerá el desenlace deseado.
Por más contrariedad que la convocatoria electoral provoque al Gobierno y a los españoles, el resultado y las consecuencias, cualesquiera que éstas sean, estarán en manos de los catalanes, los cuales deberán sopesar no sólo su identidad o discrepancia con la independencia, sino el futuro que les espera según sea su pronunciamiento mayoritario. Ellos sabrán si les compensa más una situación como la que disfrutan desde hace siglos a el deterioro de la política, la economía, los servicios sociales, incluso la desaparición de la competencia con el Real Madrid.
Trasladaba ayer mi preocupación sobre el devenir del acontecimiento catalán a mi amigo Rogelio y me impactó su respuesta: «Sólo falta que la solución la dé Pablo Iglesias con su postura anti-independentista, lo cual es perfectamente posible». Así es la vida.
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