María José Navarro
En serio
Perdón, una cosita. ¿Alguien puede pedirle a Carles Puyol que vuelva al Barça? ¿De lo que sea? ¿De encargado de los tornos? ¿De utillero? ¿De responsable de pegarle collejas a Neymar cuando haga el ridículo? Que por cierto, el otro día vi a Puyol en un vídeo que se hizo con su novia antes justo de que ella diera a luz y voy a tener que darle la razón a mi madre, que es radical del León de la Pobla porque le considera un macizo. Eso es un hombre, c***, y no hay discusión posible. Perdonen el comentario técnico, pero al columnismo intelectual alguien tiene que bajarle el listón. El caso es que, aún siendo de otro equipo como soy (a jierro del Atleti) de siempre me ha caído bien el Fútbol Club Barcelona. Infinitamente mejor en la época en la que parecía que el talante de Iniesta era mucho más decisivo que el de Alves, en la que Xavi se acercaba a hablar con el árbitro y ahora el que le grita como reposeído es Jordi Alba, en la que Puyol impedía que los suyos faltaran al respeto a los rivales y en la actualidad hay un vampiro suelto con pocas ganas de redimirse. Por echar de menos, fíjense, hasta extraño a Joan Laporta, a la postre, un buen presidente para ese club, más allá de que Vds. lo tengan atragantado por ser inde-pendentista. Porque el Barça de ahora es más Barça por la que monta que por lo que juega, que ya es el colmo. Ahora, de ahí a que la Comisión Antiviolencia esté estudiando si sancionar a Piqué por «provocar» me resulta simplemente alucinógeno. Piqué me cae fatal, vaya por delante, me parece un pijo faltón, pero echar sobre sus hombros la responsabilidad de que llamen puta a su mujer en los campos es vomitivo. No sé si lo recuerdan, pero asesinaron a un ultra del Depor y sus asesinos están en la calle. Al tajo de una vez, señores.
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