Andalucía

Entre el cielo y el infierno

La Razón
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Esta semana la protagonista de las portadas y de los grandes reportajes es Isabel Pantoja. En «¡Hola!», bella foto, que no es del día del programa de «El Hormiguero», con el titular: «El retorno, sus palabras más esperadas y las que se quedaron por decir». En «Semana», foto de su aparición en el programa: «Han sido dos años muy dolorosos, vivo el día a día; lo pasado, pasado está». Son los titulares. «Diez Minutos», primer plano fotográfico, que se acompaña con los siguientes titulares: «Exclusiva, Isabel pone a la venta Cantora por 7 millones». «Lecturas»: es la única que la tiene en portada, pero en una ventanilla; la gran foto es para Carlota Corredera y Paz Padilla, con un rotundo «Carlota obligada a dejar ‘Sálvame’, Paz gana la guerra». Tema que me parece una exageración. En otra publicación se escribió que la despedida había sido Paz. En lo que sí coinciden las distintas versiones es en que la mala de la película es la gaditana. Supongo que se habrá hecho lo que a la productora del programa le haya parecido bien. La «añadida» al programa fue Carlota. El amo del cortijo fue siempre Jorge Javier. Posteriormente, para darle algún descanso, Paz hacía los viernes y algunos lunes . Posteriormente, al empezar Jorge su aventura teatral, más la presentación de otros programas, sólo hacía el Deluxe de los viernes. Entonces fue cuando empezaron las apariciones de Carlota, por cierto, con mucho éxito, con lo que abandonó su anterior puesto como directora. Una vez que Jorge retorna a la normalidad, todo vuelve a su sitio. Para que Carlota, que se ha convertido en buena conductora, no salga perjudicada, se le ha dado programa propio. Paz Padilla me parece suelta, graciosa y hábil presentando ese tan especial programa, pero indudablemente sólo la Esteban puede desde una pantalla mostrar tanta carencia de conocimientos básicos. Además, me parece intolerable que por muy de Cádiz que sea se nombre a sí misma la representación de Andalucía y sus casi 9 millones de habitantes. No es la primera vez que la he oído defender con gran vehemencia que en Andalucía se dice «Grabiel y no Gabriel» o, como recientemente en una tremenda bronca, afirmar que aquí se dice «Merchor, que esa es nuestra lengua». Querida, hay defensas que te llevan directamente al patíbulo. Es posible que tú y tu entorno tengan esa costumbre, por llamarlo de una forma suave, pero te aseguro que yo y millones de habitantes de esta tierra podemos hablar con un «seseo», con una melodía distinta, pero hablamos y escribimos correctamente el español. Todo es cuestión de una educación básica.

Volviendo a Pantoja, es indudable que está dispuesta a tirar una vez más para adelante, dejando cerrado en su cabeza y en su corazón no sólo los dos últimos años, más bien la última década. Nombres como cárcel, Julián, Encarna, María, Dulce... se han borrado de su disco duro. Ella es, sin duda, un personaje de leyenda. Hay dos personas en Isabel: una, que la levanta a lo más alto, al mismo cielo; y la otra, que la arrastra a los infiernos. La mezcla es explosiva, por eso puede arrasar en su reaparición con una audiencia que, salvo algún partido de fútbol de alto nivel o el mensaje de Navidad del Rey, hace que su entrevista del lunes se haya convertido en lo más visto de 2016 y lo que llevamos de 2017 y que el referido programa tenga a muchos en el delirio y a otros, y a muchas otras, arrojando espuma infernal por sus bocas. Si su nueva estrategia de vida, en la que se incluye su carrera, funciona convenientemente, no sería raro que, pasados unos años, se encontrara en situación de enterrar definitivamente su pasado. Su vida da, sin dudas, para una gran novela. Su autobiografía, pero contándolo todo –por cierto, algo tan poco frecuente en ese género– sería el libro más vendido al año. Mi consejo de anciano al grupo Planeta es que, ya que Pantoja ha escogido a este grupo para volver a la vida pública, le firmen un adelanto para que nos cuente su turbulenta vida en un par de años.