Alfonso Ussía

Escandinavos

La Razón
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Aznar no hizo el Servicio Militar y lo suspendió. De hacerlo, habría aprendido a conocer mejor a las personas. Porque en la Mili se aprende a valorar a unos y otros dentro de la igualdad de deberes y derechos. Nadie es más que nadie. A los jóvenes de hoy les falta esa enseñanza. Ha quedado demostrado que suspender la obligatoriedad del Servicio Militar no ha servido para mejorar nada. Y también que su eliminación poco tiene que ver con la modernidad y el falso progresismo.

El papanatismo español siempre ha admirado a las sociedades escandinavas. No recuerdo quién fue el memo que justificó el separatismo catalán soñando «una Dinamarca del Mediterráneo». Vikingos y fenicios en el mismo barco. Complicada conjunción. En su comedia «El Diluvio», don Pedro Muñoz-Seca embarca en el Arca de Noé a dos polizones andaluces. Resulto un desastre para Noé, la familia de Noé, los animales, el Arca, los polizones andaluces y también para don Pedro, porque el público pateó estrepitosamente al autor y los actores al término del estreno.

La suspensión de la Mili tuvo mucho que ver con Cataluña. El pacto de Aznar con Pujol no se limitó a la cabeza de Alejo Vidal-Quadras. La Mili entraba en el paquete de concesiones. Se privó a los jóvenes españoles de la oportunidad de conocerse y establecer amistades y afectos duraderos. A respetar las costumbres y los acentos de todos. La Mili fue una escuela de disciplina, de cortesía, de cumplimiento del deber, de honestidad y de patriotismo. En España, hoy en día, no se entienden esas asignaturas. Sí en cambio, en las naciones escandinavas.

En Suecia se ha incrementado el gasto en Defensa y restablecido el Sevicio Militar obligatorio. Los jóvenes suecos servirán en las Fuerzas Armadas de su país durante diez meses. En Noruega, desde 2013 y después de una suspensión de decenios, el Parlamento aprobó el Servicio Militar obligatorio para hombres y mujeres. En Dinamarca, la «Cataluña escandinava», el sistema es similar a Noruega, con menos efectivos. De cubrirse por voluntarios el cupo, muchos reclutados no son reclamados. Y en Finlandia el servicio militar es obligatorio para los hombres y se admiten a las mujeres voluntarias, con los mismos derechos y obligaciones.

En España se habla –en voz muy baja–, de un posible restablecimiento del Servicio Militar obligatorio, un sistema mixto que hubiera sido el deseable cuando se suspendió por complejitos de la derecha y los pactos políticos con el gran corrupto y corruptor. Es cierto que la duración del Servicio Militar en España era excesiva. Quien esto firma permaneció en Camposoto durante quince meses, que no me dejaron ningún motivo de queja y muchos de gratitud. Pero una Mili de ocho meses en la actualidad compenetrando a los soldados provenientes del reclutamiento con los profesionales haría mucho bien a la sociedad española. Por otra parte, la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas se ha culminado a la perfección y de su competencia, sacrificio, trabajo y eficacia nadie puede albergar la menor duda.

La Mili bien medida en su duración es todo lo contrario a una pérdida de tiempo. Es la mejor manera de conocer a España. Y de educarla. Y de sentirla. Quizá por ello muchos no desean su restablecimiento. Pero una nación que no concede valor a su Defensa, es una nación enferma. Si las naciones escandinavas, tres monarquías y una república, son el ejemplo para nuestros papanatas, ya sabemos qué tienen que hacer los papanatas para dejar de serlo. La Mili.