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Julián Redondo

Eufemiano es la bomba

Eufemiano es la bomba larazon

Los estadounidenses, proclives al apodo, tienen un afán irrefrenable por motejar todo lo que se menea, y lo que no se mueve. Al avión B-29 que el 6 de agosto de 1945 transportó la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima lo llamaron «Enola Gay», que era el nombre de la madre de Paul Tibbets, el piloto. Y al artefacto que causó la muerte a 230.000 personas, «Little Boy». Maldita la gracia, ea. Si el juicio de la infinita «operación Puerto» transcurriera en Nueva Inglaterra, Eufemiano Fuentes ya tendría remoquete yanqui. Como este interminable asunto perdura en Madrid, llamar al galeno canario «Bomba F» tampoco sería un tiro errado. Es lo que hay. El miércoles pasado, una vez fuera de la sala donde le juzgan por un delito contra la salud pública, marcó el rumbo del pepinazo, al manifestar que está dispuesto a colaborar con la Agencia Mundial Antidopaje. A buen entendedor...

El asunto sería el siguiente: se pone a disposición de la AMA, que le convoca para interrogarle, no exactamente para una confesión. Y le preguntan, por ejemplo: «¿Trató usted a futbolistas?». Y el doctor respondería: «Sí», es de suponer. «Nombres», le requieren. Y la «Bomba F», porque Eufemiano es la bomba, estallaría y el efecto sería devastador. Es posible que alguno de sus clientes fuera futbolista y se sabrá quién, o quiénes. Coparán las portadas nombres de boxeadores, atletas, toreros y cualquier privilegiado, o incauto, que pudo pagar sus minutas. No, lo de la «Bomba F» no es retórico sino el apocalipsis de la «operación Puerto». Al tiempo.