Hace algún tiempo Monseñor Vincenzo Paglia escribió un libro tan sugestivo como su título «Hermana muerte, la dignidad de vivir y de morir». En sus páginas había una reflexión humanísima e iluminada desde la fe sobre el misterio de la vida y de la muerte. Poco después, Francisco le puso al frente de la Academia Pontificia para la Vida un nombramiento que le viene como anillo al dedo a este jovial monseñor abierto a todos los que se acercan a él. La semana pasada, el Papa le dirigió un mensaje con ocasión de un Encuentro sobre el final de la vida organizado en Roma por la «World Medical Association». Bergoglio se centra sobre los interrogantes que se refieren al final de la vida terrenal y que siempre han interesado a la humanidad. Hoy también cuando la medicina es capaz de prolongar la vida en condiciones que en el pasado no nos podíamos ni imaginar. Francisco desea un debate sereno sobre el fin de la vida y en su mensaje rechaza, por supuesto, la eutanasia y también lo que se conoce como «ensañamiento terapéutico». Lo dice con la claridad que en él caracteriza: «No activar o suspender el uso de medios desproporcionados equivale a evitar el ensañamiento terapéutico, es decir, llevar a cabo una acción que tiene un significado ético muy distinto de la eutanasia que sigue siendo siempre ilícita ya que se propone interrumpir la vida dando la muerte». Aunque algunos lo crean, esta no es una novedad. Pio XII, hace sesenta años, ya afirmó que no era moralmente obligatorio utilizar contra la enfermedad todos los recursos médicos disponibles y que en casos bien determinados era lícito abstenerse de su uso. Una vez más, Bergoglio recurre al ignaciano discernimiento para tomar una decisión porque aceptar la muerte o darse la muerte son dos cosas radicalmente opuestas. «También –afirma Monseñor Paglia– el suicidio asistido es rechazado con decisión... El Papa explica que es sobre todo el paciente quien tiene títulos para decidir pero en diálogo con los médicos. No somos una isla, existen los familiares y los amigos. Es una alianza terapéutica aunque yo prefiero llamarla una alianza de amor».