Ely del Valle

Exclusiva fracasada

La Razón
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Acabo de volver de Bruselas y no, no me he encontrado con Puigdemont. Otra más intrépida se habría agazapado en el bosque de Soignes a la espera de que el ex president pasara por allí concediendo una entrevista a cualquier televisión polaca o congoleña, pero los dos grados bajo cero del termómetro eran disuasorios y ante la opción de moquear bajo un abedul criando escarcha detrás de las orejas o atacar unos mejillones con un vino caliente, elegí esta última. Eso sí, me fui a Le Roi d’Espagne; de estar tomándose una birra, pensé, el fugado seguro que elige este conocidísimo local decorado con marionetas de antiguos soldados españoles ahorcadas del techo. Pero nada... dos cazuelas de moules, cucurucho y medio de patatas y un gofre con chocolate de dos dedos de espesor más tarde, y tras enseñarles una foto de mi objetivo a los camareros que lo confundieron con el padre de Harry Potter, tuve que desistir. Para serles sincera, sí hubo un momento en que creí estar cerca de conseguirlo. Fue cuando al pasar por la Rue de l’Etuve me topé con un bulto de forma humanoide encaramado a un pedestal completamente cubierto por un preservativo de lana; «pues va a ser que ahí está, ocultándose del mundo» razoné muy malamente, porque el bulto resultó ser el Manneken Pis al que le habían enfundado el condón como si fuera un nazareno para reivindicar el Día contra el SIDA. Resumiendo: que mi fracaso como paparazzi política ha sido absoluto.