Lucas Haurie

Fiestas contra

Las comunidades católicas de Granada y Sevilla veneran hoy al Santísimo con unas procesiones en las que lo de menos será admirar las respectivas custodias de Téllez y Arfe, dos obras maestras de la orfebrería. La Andalucía polarizada que debiera haber quedado enterrada por tres décadas bien cumplidas de democracia ha resucitado plena de vigor de la mano de una Junta que se alimenta de sectarismo... y que ha encontrado cumplida respuesta en la regresión rancia de los ayuntamientos «peperos» de las grandes ciudades. Las provocaciones del bipartito que, como en Asturias, terminará felicitando el solsticio de invierno en lugar de la Navidad, comportan lo que en la lógica de guerra se denomina el efecto acción-reacción: una sobreabundancia de procesiones y fiestas con trasfondo religioso subvencionadas por las arcas municipales que, en la festividad del Corpus, se complementan con algunos actos de inspiración castrense, como es tradición en este día. Enseñarle a la progresía una Sagrada Forma y una espada surte el mismo efecto que lanzar una caja de gremlins a la piscina, me los vuelve loquitos. Que es legítimo, ojo, pero no se extrañen los barbour-borroka cuando las tornas electorales cambien y se habiliten veredas para ciclistas en las carreras oficiales durante la Semana Santa. Porque lo triste es que no estamos en la tierra de María Santísima, sino en la de Caín. Donde ni siquiera la diversión tiene sentido si no ha sido concebida para molestar al prójimo. Noctámbulos y alérgicos tendremos que jodernos con la trompetería matutina y los chutes de romero.