Miguel Ors

Florentino: ser en la SER

La Razón
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L31 Saludable

El ser humano, para la cosa del fútbol, no es una pasión inútil. ¿Por qué el talento de los hombres con talento superlativo, o sea Sartre, es pesimista? La simbiosis Simeone-Atlético es, ciertamente, una asociación pasionalmente afortunada.

–Tenemos la pasión de jugar, de ganar, de hacer felices a nuestros socios. La pasión de hacer felices a los atléticos es nuestra pasión: digámoslo así.

Claro que sí, Enrique Cerezo. Cerezo tiene también aura especial: genera suerte, ángel, algo así, como presidente del Atlético de Madrid.

Vi en la televisión el «insólito» (para los apostantes) 0-3 del Atlético al Sevilla de Emery en el Sánchez Pizjuán. Y me dije: «Esto, competitivamente, es muy saludable para la Liga».

M1 De Gea

No hay opiniones, sino opinantes, que decía don Miguel de Unamuno. Verdad. Opino pues como simple opinante. Había que ser puntual con la hora de las doce de la noche. Las doce de la noche era la intolerante línea fronteriza entre el ayer y el nuevo día para el traspaso de De Gea. La burocracia, a veces, es así de increíblemente extremista. De Gea, por lo tanto, seguirá bajo el yugo del «satánico» Van Gaal.

–¿Por qué satánico?

–Parece que ha sido él –en connivencia con el club, probablemente– quien ha cerrado a De Gea las puertas de la «gloria» del Real Madrid.

Mejor, en mi discutible opinión, para el Madrid, que se ha ahorrado un dinero, y para Keylor Navas. Keylor, si no se le desazona y se cree en él y se le da confianza, lo hará tan bien como Casillas antes de que a éste le desazonase el ánimo y la fe, al alimón, el simpático Mourinho y el desconcertante presidente Florentino.

X2 Demagogia

Detesto la demagogia en la política –su hogar– y en el deporte (vaya, en todo). Parafraseo: si la democracia fuese una religión, la demagogia sería uno de sus pecados capitales. La demagogia, si se me permite decirlo así, es el verdín de la democracia.

–¿Cómo ve usted la democracia española?

–Con exceso de orín.

Apenas ha iniciado su andadura la Liga y ya en Barcelona, mi querida cuna de nacimiento (es obvio que también detesto al delincuente constitucional Artur Mas) se ha estrenado campaña verdín contra la casta arbitral. Leo que «los pesos pesados del vestuario azulgrana creen que “la Liga no la vamos a ganar”». ¿Por qué? «Los últimos arbitrajes que están sufriendo y las sanciones (por Piqué) les preocupan».

El Barcelona tiene una plantilla colosal. Si no fuese así, no sería el colosal equipo que es. Aferrarse a la frase de Simeone de «que será difícil ganar esta Liga porque el Madrid sólo ha ganado una en siete años» es caer en demagogia, es hacer sucia demagogia.

Recordaré una vez más la cínica frase de don Santiago Bernabéu:

–Los árbitros, por fuerza, tienen que equivocarse. Yo lo único que les pido es que, en la duda, se equivoquen siempre a favor del Real Madrid, no en contra.

La demagogia es ruin. El cinismo es dandismo.

J3 Diego Costa

El partido entre España y Eslovaquia es casi un partido de final o de semifinal. Se juega mucho en la confrontación la «enviudada» Roja de Del Bosque.

–¿«Enviudada»?

–Sin Xavi, sin Xabi Alonso, sin Puyol y sin el travieso y oportunista excelente «bajito» Villa, la Roja ha empalidecido. Ley de vida. Del Bosque hace lo que puede, pero no es divino: es sólo la voluntad de su talento, pero el talento tampoco es divino. Un entrenador o seleccionador nunca es él y sus circunstancias, sino la circunstancia de una buena cosecha de jugadores y él.

A Messi, según el propio Messi, no se le da la selección de Argentina, su país, como el Barça. A Diego Costa le pasa igual. Costa, con la nobleza de la sinceridad, ha declarado que en la selección de Del Bosque no ha hecho nada todavía: «No he jugado bien y no he hecho goles». Es de desear, por sincero y noble, que Costa, contra Eslovaquia, contribuya –con juego y gol– a salvar a España del peligro de Eslovaquia, que Eslovaquia, como se está viendo, es dura, ruda y no duda de su fe.

V4 Ser y SER

Ser en la SER el ser que siempre ha sido, esto es, Florentino Pérez. Maquillador, plácido y recalcitrante en el «arte» de sostener sin propósito de enmienda «sus verdades». Lo que dijo de Casillas, «su verdad», sólo eso: «Su verdad». No la verdad. Se siente acosado por algunos medios y por algunos periodistas. Acosamiento, pies, otra acepción «académica» para el vocablo crítica.

Aclaró poco o nada en sus declaraciones y añadió, eso sí, confusión a la confusión. No ha dejado de ser, pues, en la SER, el ser que es. Un ser al que hay que felicitar muy efusivamente por su superlativa gestión en ACS, empresa que factura 100 millones de euros cada día del año y da sueldo y bienestar, en 70 países, a más de 200.000 trabajadores.