Julián Redondo
Gayumbos
Hacienda quiere pescar en las comisiones de los agentes de futbolistas, que suelen apoquinar los clubes; pero dicen los chicos y chicas de Montoro que esos porcentajes forman parte de la soldada del jugador. En éstas, Jonathan Barnett, representante de «Gales» Bale, asoma la gaita en el momento menos oportuno y envía un mensaje a Cristiano Ronaldo: «Gareth quiere ser el mejor jugador del mundo, no el mejor vendedor de calzoncillos».
O son manías o ganas de dar la nota con esta tontuna de aludir a los gayumbos del prójimo con cualquier pretexto. Manuel Pezzi, portavoz de Deportes del PSOE en el Congreso, aprovechó la bajada a los infiernos del tenis español para atizar en su cuenta de Twitter al líder indiscutible: «El tenis español en segunda categoría mundial, pero gracias a Nadal estamos en primera categoría de calzoncillos».
Ni Barnett ni Pezzi han puesto sordina a sus manifestaciones, no buscan excusas para retractarse. O sea, «mantenella y no enmendalla». Todo lo contrario que la secretaria de Correa («Gürtel», ¡lagarto, lagarto!): «Me tomé tres copas y me vine arriba». Algunos no necesitan empinar el codo para solazarse. Les domina la euforia, o el rencor, o la ira, o la envidia, y largan por esa boquita sin medir las consecuencias.
Cristiano ganó con 23 años (2008) su primer Balón de Oro y fue nombrado Jugador del Año por la UEFA y por la FIFA. A Bale lo eligió la UEFA «octavo mejor jugador de Europa» en 2013. El curso pasado, Barnett se quejó de que los compañeros del Madrid no pasaban el balón a su cliente. No ofende quien quiere y por ahora el bueno de Gareth no resiste la comparación con Cristiano, cuatro Botas de Oro ya.
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