César Vidal
¿Google o Goolag?
Llevo años sosteniendo que la ideología de género es una pavorosa amenaza contra la libertad que, de hecho, raro es el día que no veo corroborados mis temores. El último y escandaloso caso ha sido el de un ejecutivo de Google que cometió el pecado imperdonable de redactar un informe interno cuajado de citas científicas donde se cuestionaban algunos de los dogmas de la ideología de género. Naturalmente, ha pagado la osadía con el despido. No me sorprende. Conozco el caso de un escritor de éxito al que una más que poderosa editora se refirió en una reunión como ese sujeto que «no volverá a publicar un libro hasta que aprenda la lección». La lección –es de suponer– era que o se callaba sometiéndose al dogma como antaño Galileo o se quedaba sin trabajo y, con suerte, podía exiliarse al extranjero a comenzar de cero. Desde luego, desde entonces no consiguió que se publicara ni uno solo de sus libros a pesar de que solía figurar habitualmente en las listas de best-sellers. Pero las represalias no se limitan a seres pertenecientes a una élite técnica, intelectual o artística. Las leyes de igualdad de género vigentes en más de una decena de comunidades autónomas garantizan que la persona que no se someta a la nueva inquisición será multada, podrá perder su puesto de trabajo e incluso dar con sus huesos en la cárcel. Desde luego, hay que dar gracias a Dios porque ya no existe la pena de muerte porque alguno podría acabar convertido en un montoncito de cenizas en una hoguera pública. En Estados Unidos, donde, a diferencia de España, la defensa de la libertad forma parte esencial de la Historia, no han tardado en sacarle punta al bochornoso episodio de Google y en realizar un juego de palabras convirtiéndole en Goolag, es decir, la red de campos de concentración de la dictadura soviética. No sorprende. La ideología de género, como sucedía en la era del GULAG, dicta lo que hay que decir, creer y subvencionar y cualquiera que se atreva no a enfrentarse sino a rozar alguna de sus majaderías fundacionales se hace acreedor de feroces represalias. Si eso sucede en una multinacional imagen del progreso y la innovación, ya podemos imaginar lo que les espera a gente que viven en otros ambientes. Lo del escritor citado: capitulación y silencio o miseria y exilio.
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