Papel

Guardiola

La Razón
La RazónLa Razón

Al fin, como todos los que intuíamos su cinismo, ha salido del armario independentista. Sí, Guardiola, el que jugó tantos partidos con la selección española a cambio de conveniencias económicas. El próximo en salir será Xavi, otro ídolo. Guardiola el desleal. Con su país, con su club, con quienes le ayudaron y con su amigo del alma. Sólo ha mantenido una lealtad firme, inflexible y emocionante con el dinero. La familia de Tito Vilanova le negó el paso a la habitación en la que su antiguo ayudante y amigo agonizaba. Pero Guardiola, por ese frenesí amoroso que respiran muchos deportistas deportivos, ha sido siempre muy bien tratado por la prensa, y no sólo la catalana.

Como deportista –y este detalle lo ha olvidado hasta su amigo Salvador Sostres que le dedica en ABC una semblanza tan acertada como serena–, Guardiola ha sido un tramposo. Fue expulsado del fútbol italiano por consumir sustancias prohibidas. Así se revisten y se adornan los conceptos. A Guardiola lo echaron del fútbol italiano por doparse, es decir, por ofrecer mediante productos químicos un mejor rendimiento. Pero ese tramo de su vida deportiva ha sido borrado.

Buenista profesional, cordial de pacotilla, siempre politizado. Guardiola es coperniquiano. El Universo entero, con todas sus galaxias se mueve en torno al sol. Y el sol, curiosamente, es él. Ahora se presenta como candidato independentista en las próximas elecciones septembrinas, y es muy probable que salga elegido. Entrenará al Bayern de Múnich por videoconferencia desde el parlamento de Cataluña, hasta que los bávaros le den a elegir. O la «estrellada» o nosotros. La «estrellada» no tiene tanto dinero como el Bayern, y cumplirá su contrato. Hasta la fecha, un fiasco. Pusieron a su disposición toda la tesorería del Bayern, y Guardiola fichó a los mejores. Con ellos ha ganado dos campeonatos de la Bundesliga. Y con ellos ha fracasado dos años consecutivos en Europa. El Real Madrid le ganó la Copa de Europa en el año 2014, y el Barcelona en el 2015. A pesar de la nula simpatía que por él siente, Guardiola sabe que sin Messi no es nada. Ganaba en el Barcelona porque jugaba Messi, y fracasa en el Bayern porque Messi no está. También sabe Guardiola que hasta Manolo el del Bombo y este que escribe un día sí y el otro también, triunfaríamos como entrenadores con Messi. Lo que les decía Luis Molowny a los futbolistas del Real Madrid. «Salid y divertíos».

En lo que Guardiola ha sido un espectacular triunfador ha sido en la acumulación de dinero. Y ha hecho bien si se lo han dado. Pero no puede pretender respeto ni consideración. Además de Messi, su otro milagro se apellida Cruyff, y a Cruyff le dejó en la cuneta cuando no lo necesitó. Su falsa y plañidera visita no culminada a Tito Vilanova en su agonía me trajo recuerdos muy tristes por un caso parecido. El maravilloso Tip sufrió un derrame cerebral. Era Luis, pero no Tip, el que consciente y limitado, esperó durante meses el final. No podía hablar. Tampoco le gustaba que lo vieran en ese estado quienes fuimos sus amigos. Pero sí agradecía que estuviéramos informados de su estado. En los meses que Luis Sánchez Polack fue desapareciendo, no se recibió en su casa ni una sola llamada de su compañero de profesión José Luis Coll. Ni una llamada. Ni un detalle. Ningún interés por conocer cómo se iba apagando el talento al que tanto le debía. Porque Tip sin Coll era Tip, y Coll sin Tip, era muy poco.

Cuando murió, a Coll no se le impidió acudir al tanatorio. Lo hizo rodeado de cámaras, micrófonos y periodistas. Lloraba con desconsuelo sus lágrimas de cocodrilo. «Mi hermano... mi amigo... mi compañero...al que más quería...». Antonio Mingote y este menda pasaron junto a él y le dedicaron su desprecio. El desprecio que merece el cinismo y la deslealtad. El que recibió el candidato independentista cuando quiso arreglar a última hora su desapego y distancia con quien había sido durante años, su mejor amigo y ayudante.

Guardiola, que fue un gran jugador

–gracias a Cruyff–, y un entrenador de éxito –Messi–, no pudo resistir la fabulosa oferta del Bayern. Pero sin Messi y con los mejores jugadores de la Bundesliga, sólo puede ganar la Bundesliga. Es un fracasado. Quizá ese fracaso sea el motivo de su apuesta independentista, de su traición a la nación que le hizo rico y le entregó la camiseta de su selección para honrarla, sudarla y defenderla. Y lo hizo, por interés, por dinero y por su proyección personal.

Pues eso. Desde ahora, Guardiola para mí es el cantante de «Di, Papá».