Cataluña
Habrá sorpresa electoral
La campaña electoral ha entrado en su fase más técnica, los equipos de los candidatos examinan los lugares en los que hay que realizar mayor esfuerzo. Es parte de la liturgia y en una campaña “express”, toma especial importancia decidir minuciosamente las ciudades que deben ser visitadas por los líderes políticos.
Se descartan los lugares en los que se tiene poco respaldo, la presencia se reparte entre los lugares de mayor apoyo para animar a la participación y aquellos en los que hay indecisos porque arañar un puñado de votos puede ser determinante para obtener el último escaño que otorgan los famosos “restos electorales”.
Castilla y León, Castilla la Mancha y Aragón van a ser esos territorios. Si el desplome de Ciudadanos se certifica, Casado y Sánchez se juegan más de una docena de diputados allí.
Los mitines en las ciudades castellanas han sido el menú de las últimas semanas de populares y socialistas, saben de sobra que en esos actos no ganan un voto, pero sirven para movilizar a la militancia.
Pero ya no estamos en el siglo XX, en el que los afiliados de los partidos, militaban simultáneamente en asociaciones de vecinos o de padres de alumnos y desde ahí influían a su entorno. Hoy, la capacidad de incidir en el voto está en otras coordenadas.
Los ajustes de los últimos 15 días forman parte del protocolo, pero las cúpulas de los partidos saben que lo que realmente decide esta campaña es la crisis catalana y, en los últimos días está asomando la sombra de una posible nueva crisis.
La crisis catalana puede tener para Sánchez más efectos en las dos Castillas que en la propia Cataluña. El marcado carácter conservador de algunas provincias y un sentimiento de nacionalismo centralista más o menos histórico puede decantar esa docena de diputados en favor del Partido Popular.
Para salir del bucle nacionalista, el presidente en funciones ha intentado polarizar la campaña entre derechas e izquierdas, pero al final, en operaciones como la exhumación de Franco ha terminado calando el mensaje defendido desde las derechas y desde Podemos, de que se ha hecho por razones electorales y eso ha terminado dejando un regusto amargo incluso para los partidarios de la medida.
Para colmo, los primeros test demoscópicos señalan que no se ha producido una movilización del voto de izquierda, ni se han captado apoyos podemistas para la causa socialista, sino justo al revés, la movilización se ha producido en la extrema derecha.
El otro fantasma que empieza a asomar es el de una nueva crisis. La oposición a Sánchez intenta vincular las recesiones económicas a los gobiernos socialistas, la respuesta del gobierno ha sido de manual, apelando al contexto internacional, aunque parece que ese mensaje no es suficiente para apagar el fuego de una nueva convulsión económica.
No tiene ningún valor científico pero algún medio mantenía una encuesta activa con la pregunta de si habrá sorpresa electoral, el 80% respondió que sí. Con todo lo que hay encima de la mesa, yo me temo que también.
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