Ángela Vallvey

Ignora

La Razón
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Un amigo me envía una carta que circula por la web, firmada por una anónima profesora jubilada: «Yo no soy víctima de la Ley Nacional de Educación. Tengo 60 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y la propaganda política.

En Jardín de infancia (así se llamaba entonces lo que hoy es “educación infantil”, mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de “araña”, la E de “elefante”, la I de “iglesia”, la O de “ojo” y la U de “uña”.

Cuando eras un poco mayor, llegaba “Semillitas”, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que se compran tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el «Semillitas», no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En Primaria estudiábamos Lengua, Matemáticas, Ciencias..., no teníamos Educación Física.

En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de “b en vez de v” o cinco faltas de acentos, te bajaban, y bien bajada, la nota.

En Bachillerato, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía. Leí ‘‘El Quijote’’ y el ‘‘Lazarillo de Tormes’’; leí las “Coplas a la Muerte de su Padre” de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda... Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura».

No sé si la carta es real o apócrifa, pero está bien traída porque habla de cómo la lengua española está siendo despreciada, mal hablada, maltratada, mal enseñada... Lo mismo que ocurre con la propia España.