Ely del Valle
Interés propio
Sánchez le ha cogido el gusto a la carretera que tan buenos resultados le dio en las primarias, y aprovechando que no está en el Congreso sigue con su ronda de contactos a ver si entre unos y otros consigue los apoyos suficientes como para romperle el final de la legislatura a Rajoy. Para ello se ha elegido como argumento el concepto de «nación de naciones» y una reforma de la Constitución poco próspera a corto plazo. No es un equipaje muy sólido pero sí el suficiente para, a partir de ahí, ir adquiriendo compromisos que tampoco tiene la certeza de poder cumplir en el caso de llegar a la Moncloa. La penúltima reunión la acaba de mantener con el PNV a quien ya prometió en enero de 2016 transferir las competencias penitenciarias a cambio de su apoyo en la investidura que nunca fue. Ahora lo que les ofrece es el reconocimiento de la nación vasca dentro del concepto de plurinacionalidad que sólo podría aceptarse tocando la Carta Magna que se ha convertido en el principal dolor de muelas del independentismo catalán al que el PSOE sigue dando alas.
El periplo de Sánchez, además de calmar su ansia de verse convertido en un hombre de Estado y de reportarle un buen puñado de titulares, no tiene mucha más trascendencia. Le reciben, le escuchan pero nada más allá. Ni los catalanes ni los vascos son tontos. Sin PP y Cs no hay proyecto de reforma que prospere por muchas reuniones que tenga Sánchez. Otra cosa es que él las necesite para no pasar desapercibido; claro que a eso no se le llama preocupación por lo general, sino interés por lo propio.
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