Restringido
Justicia inoportuna
La citación de Artur Mas para que preste declaración como imputado en varios delitos ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha levantado ampollas. Inmediatamente, los nacionalistas se han escandalizado atribuyendo a los jueces una intencionalidad política en contra de sus pretensiones independentistas, tratando así de aprovechar el acontecimiento en favor de su propaganda separatista. Más aún, han presentado al presidente de la Generalitat como un perseguido, como si los demonios inquisitoriales que todavía pululan por España estuvieran preparando un auto de fe para depurar sus ideas con hoguera incluida. Y también se han sumado a esta protesta los biempensantes de izquierda y derecha, los que siempre hablan con suavidad a los nacionalistas para no herir sus sentimientos, los que creen con convicción de carbonero y contra toda evidencia que esas cosas son fábricas de independentistas, los de las terceras vías, en fin. Para estos la actuación judicial es inoportuna; así, en abstracto, porque para ellos todo lo que toque a los jueces, salvo lo suyo, es siempre extemporáneo, improcedente, superfluo e invariablemente maligno.
A don José, mi tío, tal vez porque se dedicó siempre a la agricultura experimental, todo esto le deja perplejo. Piensa que, si se ha cometido un delito, lo lógico será juzgarlo después de instruido el correspondiente sumario. Y que poco más hay que decir. Claro que él sabe, pues no en vano en su senectud acumula una veteranía de muchas décadas, que en los pleitos todo va despacio, con una parsimonia infinitamente mayor que la del crecimiento de las plantas solanáceas a las que, en su provincia natal de Álava, ha dedicado su existencia.
El caso es que don José recela de que este asunto de Artur Mas vaya a acabar bien si hay que fiarlo todo a la Justicia. No porque considere a ésta inoportuna, pues sabe que la inoportunidad sólo la aprecian los reos, ni porque dude de que Mas vaya a ser condenado, pues con los pleitos eso nunca es seguro, sino porque piensa que al final, como casi siempre, llegará tarde.
A don José, que se acuerda de otros tiempos de turbulencia en los que él se encontraba involucrado en la política, le parece que, aparte de la querella que lleva el fiscal, al Gobierno le corresponde tomar medidas que impidan que eso del independentismo llegue a mayores, no vaya a ser que esperando la sentencia acabemos todos quedándonos perplejos.
Yo, que siempre tuve respeto y admiración por mi tío, me he dejado convencer por él. Y por eso, cuando escribo o cuando hablo sobre este asunto, le reclamo a Rajoy menos parsimonia y más acción. Le digo que a los nacionalistas hay que hablarles con claridad, recordándoles que la fuerza del Estado está para restablecer el Derecho y que el diálogo no es la excusa para romperlo. No como el otro día cuando, en un gesto de excepción, salió a la palestra para no decir nada relevante, pues nos estamos jugando el futuro de España.
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