Julián Redondo
La bruja Lola
Neuer, considerado el mejor portero del mundo, mejor incluso que Keylor Navas aunque el Bayern tantee su fichaje, ha encajado cuatro goles en seis partidos y Maradona pronostica que Messi le meterá dos en la final. Ni la bruja Lola se atrevería a tanto. Como suele ocurrir en los prolegómenos de partidos como este Argentina-Alemania, los de la parte de fuera ven cosas que los de dentro ni osan imaginar. Ejemplos para estrellarse en el fútbol sobran. Verbigracia: Sergio Ramos iba a salir de Brasil con el Balón de Oro y salió con el rabo entre las piernas. A Mascherano le han convertido en el banderín de enganche del que cuelgan Messi y todos los argentinos. «Que no soy Rambo», ha dicho el «Jefecito». Lo que equivale al manido «menos lobos, Caperucita». En seis partidos, Alemania ha marcado 17 goles y ha recibido cuatro; Argentina, 9-3. La superioridad alemana la determinan los números y el fútbol, asombroso en la semifinal. El repaso a Brasil fue de los que hacen época, tanto o más que el «Maracanazo», y los argentinos alcanzaron el umbral de las puertas del cielo desde el punto de penalti y tras protagonizar, junto a Holanda, un encuentro calamitoso. Pero no permitieron que Robben o Van Persie les burrearan como a los españoles. Sacar semejante tostón adelante tiene mérito, de ahí que Menotti haya observado propiedades que al común de los mortales le pasan inadvertidas y avise de que Argentina va a ser un rival difícil en la final. Vogts coincide en que será más complicado ganar a los albicelestes que a los holandeses, de haber sido los finalistas. Perfecto, pero si la M que va a desequilibrar la final es la de Mascherano en lugar de la de Messi, el triunfo de la M de Müller está casi asegurado.
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