Ely del Valle
La duda que queda
Tras estas elecciones de infarto en las que contra todo pronóstico Puigdemont le ha quitado votos a la CUP y el PSC a JxCat, al tiempo que ha perdido unos cuantos en favor de Ciudadanos que, a su vez, ha dejado el PP como un solar, sólo queda esperar a que se decida quién va a gobernar, si el mismo o el sexto por su lista empezando por la izquierda.
El panorama es de todo menos optimista. A la dificultad que plantean unos resultados tan fragmentados y la certeza de que volverá a haber un gobierno independentista hay que añadirle ahora toda la parte judicial que sigue sumando imputados y que puede acabar con Rovira, Mas, Gabriel, Trapero y unos cuantos más empapelados hasta las clavículas.
Objetivamente, estamos como estábamos pero peor, porque ya ha quedado demostrado que la coincidencia de los tiempos políticos con los judiciales sólo sirve para seguir alimentando el victimismo. Con las nuevas imputaciones que conocíamos al mismo tiempo que el número del Gordo, la Justicia sigue su camino, que es lo que debe hacer, pero ya hay algunos interpretándolo como síntoma de un mal perder, un mensaje que no por falso deja de llegar a quienes quieren creérselo. Está claro que en un país democrático, la Justicia nunca debe acompasarse a los procesos políticos y en ese sentido, nada que objetar a la decisión del Supremo. Ahora bien, la política es un juego de estrategia y ahí es donde Rajoy ha fallado estrepitosamente convocando unas elecciones precipitadas. De aquí a unos meses, las imputaciones habrán terminado y serán firmes o no serán y las heridas que ha dejado la DUI seguirán abiertas pero no en carne viva. Es posible que los resultados de las elecciones hubieran sido los mismos si se hubieran celebrado en marzo, pero siempre nos quedará la duda y ya se sabe que las dudas en política nunca son buenas.
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