Enrique López
La ineptocracia
Para Aristóteles, más severo aún que Platón, la democracia es una forma política completamente defectuosa; y esta calificación se mantiene de manera constante en su pensamiento. En la «Ética a Nicómaco», afirma que «la democracia es la menos mala de las desviaciones, porque se desvía poco de la forma de la república», y ya en la Política, la considera inicialmente como la perversión «más moderada»; hay que recordar que ni Churchill lo ha dicho todo, ni Hemingway ha estado en todas partes. Como es bien sabido, Aristóteles distingue tres formas políticas fundamentales, –monarquía, aristocracia y república–, así como sus respectivas corrupciones –tiranía, oligarquía y democracia–. Hoy en día admitimos la democracia, esta vez sí como decía Churchill, como el menos malo de los sistemas. Pero la realidad supera siempre la ficción y también a la ciencia política, a todas estas formas de gobierno se añade una nueva, la ineptocracia, un sistema de gobierno en el que los menos aptos para liderar son elegidos por los menos capaces de producir, y en el que aquellos miembros de la sociedad menos capaces de sustentarse a sí mismos o de triunfar son recompensados con bienes y servicios procedentes de la riqueza que le ha sido confiscada a un número cada vez menor de productores. Esta definición está circulando por la red de forma insistente, y pone de manifiesto el descontento que muchas sociedades actuales sienten hacia quienes les gobiernan. El que realmente ha conceptualizado esta idea es el francés, recientemente fallecido, Jean d’Ormesson, un hombre de derechas con creencias de izquierdas. Hoy en día estamos asistiendo a un fenómeno mundial, un nuevo orden social basado en las siguientes realidades, personas incompetentes para gobernar su propia vida que se convierten en competentes para manejar las vidas de otros, personas que son incapaces de ganarse la vida mediante el uso de su propia inteligencia, pero capaces de ocupar responsabilidades públicas jamás imaginadas en su acervo personal, personas que se convierte en funestos maestros de ciencias que nunca han estudiado y pretenden dirigir una sociedad en su conjunto. Aunque el concepto de ineptocracia como tal nunca fue usado por Ayn Rand en sus obras, no me cabe duda de que se infiere de su pensamiento, y resume la esencia de la gobernanza actual en muchos lugares, algunos muy próximos y cercanos. Estamos rodeados por eso que se ha definido como los saqueadores del talento, aquellos que como Atila, donde pisan no vuelve a crecer. El igualitarismo se ha convertido en la nueva fe religiosa, confundiendo lo que es la igualdad como derecho, con lo que resulta ser la mediocridad como imposición. Como decía Abraham Lincoln, todos los hombres nacen iguales, pero esta es la última vez en que lo son. Conviene recordar la vieja enseñanza de Don Quijote a Sancho, «sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro». En esto radica el problema actual, no se valora a la gente por lo que valen y hacen, sino por lo que algunos entienden que son, el «cursus honorum» se forma con mediocres y afines a lo melifluo.
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