Campaña electoral

La nueva campaña electoral

La Razón
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Con motivo de las próximas elecciones los líderes de los cuatro partidos políticos con mejores perspectivas electorales han iniciado la precampaña sin que se aprecie cambios sustanciales en los mensajes que hemos venido escuchando.

El presidente del Gobierno y del PP mantiene el discurso de que él es la única alternativa sería, estable y fiable para nuestro país y nuestros socios comunitarios y transatlánticos, y que de Ciudadanos ya se sabe que lo que puede esperarse, un pacto con el PSOE cuyo líder, Sánchez, ha impedido por activa y por pasiva un pacto de estabilidad entre los grandes partidos que haga frente a los retos que tiene España por delante. Respecto de Podemos, que sigue siendo la gran amenaza para el país, y que puede ser alternativa de gobierno superando al PSOE en votos y/o en escaños liderando una izquierda radical y antisistema, esperando con ello movilizar el voto temeroso y el voto útil a su favor para impedir que esa izquierda pueda llegar o decidir el gobierno.

Pedro Sánchez por su parte sigue instalado en el discurso de la necesidad de acabar con el PP en el Gobierno a toda costa, estando cautivo de la debacle y el terremoto posterior que supondría para un partido centenario como el PSOE, que ha gobernado la mayor parte del tiempo en democracia, el denominado «sorpasso» por parte de Podemos y sus asociados. Y al mismo tiempo también de defender su pacto con Ciudadanos para reeditarlo si fuera necesario. Pero los costes que ha tenido la apuesta por la investidura pasada, que ha quedado como un intento de supervivencia política propia hacia dentro y hacia fuera de su partido y no como pretendía de un desbloqueo institucional que nadie le pedía formalmente y menos aún, le exigía, le han llevado a un aparente cambio de posición no confirmado expresamente, como es la intención, al menos, de no impedir esta vez el que pueda gobernar incluso el PP si es el más votado y no se articula ninguna alternativa. De ahí también su declaración de que no habrá una tercera convocatoria electoral cualquiera que sea el resultado, si bien detrás de ella está más su decidida pretensión de intentar de nuevo un gobierno con Ciudadamos, y sobre todo con Podemos si la suma de la izquierda y la colaboración activa o mediante la abstención de otros, se lo permitiese.

Rivera, por su parte, intenta seguir con su postura de hacer posible la gobernabilidad con cualquiera que no sea Podemos o los independentistas, si bien tiene en la mochila su acuerdo anterior con el PSOE que le lastra frente a los votantes del PP, que han visto sus preferencias por pactar con la izquierda, y su resistencia a pactar con un PP presidido y liderado por Rajoy, con el que no tiene sintonía ninguna y respecto del cual considera que debería dar un paso atrás. Pero todo eso, junto con su declaración también a favor de que en ningún caso haya una tercera edición de las elecciones y el posible retroceso en escaños que algunas encuestas le atribuyen, le llevará a abstenerse en favor de un gobierno de Rajoy en minoría, sin bloquearlo pero sin participar en el mismo.

Iglesias sigue en su tacticismo de querer representar a la suma de los desencantados, la izquierda radical, los comunistas y nuevos izquierdistas de IU, y a lo que pueda cazar del PSOE, desencantados con aquél y con sus líderes, que le ha dado tan buenos resultados, y haciendo guiños a los socialistas y a cualquiera otro que pueda llevarle a sumar en el reparto de escaños. La alianza con IU, claramente en esa dirección, puede tener sin embargo un efecto perverso y sumar una cantidad de escaños muy inferior a la esperada, sobre todo al haberla planteado con carácter general, fagocitando a dicha fuerza política, en lugar de hacer acuerdos puntuales allí donde la matemática pura y el sistema de D’Hont diese el resultado sumatorio esperado.

En todo caso la solución a los grandes problemas del país sigue esperando. El presidente del Gobierno ha dicho que si gana hará lo mismo que hasta ahora, lo que no parece un mensaje suficientemente estimulante para remover el espíritu de los votantes descontentos con la situación política. Quizás por ello aluda de manera reiterada a la gran coalición con el PSOE, incluso si tuviera mayoría con Ciudadanos, para prevenir la falta de una mayoría suficiente para gobernar por sí mismo y para evitar en lo posible otras alianzas de terceros. En todo caso, parece que de nuevo la movilización de los ciudadanos tendrá que basarse en elegir entre lo malo y lo menos malo.