César Lumbreras

La PAC, Cataluña y Francia

La Razón
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Desde el punto de vista de la lógica, una teórica independencia de Cataluña de España y su salida de la UE, pasando a ser un país tercero, supondría un mal negocio para el sector agroalimentario, por lo menos durante los primeros años. Sus agricultores, ganaderos y su industria perderían el dinero de la PAC, casi 370 millones de euros cada año si se suman las ayudas directas y las correspondientes al desarrollo rural.

Además, tendría la consideración de un país tercero, lo que dificultaría las exportaciones agroalimentarias de una hipotética Cataluña independiente, tanto a los Estados miembros de la UE, es decir, al mercado comunitario, al que van dirigidas en su mayoría, como a otros países con los que debería negociar acuerdos de equivalencia sanitaria y veterinaria, siempre y cuando mediase reconocimiento diplomático. Esos serían los hechos con la normativa actual en la mano. Sin embargo, y con ser importante, lo sucedido durante los últimos días en Cataluña, con grupos de agricultores muy activos a favor del referéndum y de la independencia, no debe provocar que perdamos de vista el gran problema de fondo que hay en estos momentos en la UE, que no es otro que la financiación de la PAC.

Hasta ahora Francia, que es su principal beneficiaria, tenía claro que el dinero de la PAC no se tocaba y así lo hacía saber. Sin embargo, desde la semana pasada las cosas parecen haber cambiado, porque el presidente Macron dijo en un discurso sobre su proyecto para la UE del futuro que va a defender una reforma de la PAC «desacomplejada, inédita y sin tabúes», con el fin también de destinar fondos a otras políticas que lo necesiten. En medios agrarios franceses y en Bruselas se han interpretado estas afirmaciones como un giro, muy importante, y a peor de la posición francesa. Se avecinan problemas.