Marta Robles
La perfecto y lo bueno
Más allá de todas las pruebas de embarazo respecto a posibles enfermedades en el feto, incluso en el horizonte de las conciencias que determinan hasta dónde hay que atender o no a una malformación para decidir sobre una vida por vivir, está el respeto a los vivos, con sus virtudes, sus defectos, sus capacidades, sus incapacidades o sus anomalías. Robar la foto de una niña con síndrome de Down para publicitar un test de embarazo con el que conocer el estado del no nato, sea para hacerse a la idea y saber cómo reaccionar o para rechazar tal embarazo es no sólo una vergüenza, sino además una inmoralidad. Habría que preguntarles a los que lo han hecho, sin pensar en la niña, en su familia o en sus circunstancias, qué les parecería que les robasen a ellos la foto de una hija suya, por ejemplo, fea o tal vez gordita y pusieran la misma leyenda al lado del producto que quieren vender. Decía Shakespeare que «la perfección es enemiga de lo bueno», y no hay más que leer a Boris Vian en «Que se mueran los feos» para comprender que cuando todos seamos guapos e iguales, es posible que los más valorados sean los diferentes. No quiero decir con esto que el hecho de tener un hijo con un síndrome u otro sea mejor que tenerlo sin él; pero sí que cuando está en este mundo es imposible no quererlo tanto como a otro que no lo tenga o incluso más, porque necesita una mayor protección. ¿Acaso hay alguien que crea que puede señalar al hijo del vecino, sea como sea, y decirle al mundo que sería mejor que ese hijo no estuviera?
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