Restringido

La pesadilla de un hombre solo en Dubái

Su nombre es Francisco Javier LT, a punto de cumplir 53 años,es especialista en sistemas electrónicos aeronáuticos y tuvo la fortuna de ser contratado por la británica Air Charter International para desarrollar unos trabajos en Dubái, sede de la compañía, en Emiratos Árabes, territorio vendido como un maná de oro y arena, pero donde no es recomendable tener problemas, y mucho menos problemas mentales. El pasado mes de enero llegó al próspero desierto procedente de Wichita (Kansas), capital de la aeronáutica en el medioeste de EE UU, donde estuvo realizando unos cursos de formación que luego completó en Dubái, pero que quedaron abruptamente interrumpidos porque FJLT tenía literalmente pánico a no dar la talla. Sus conocidos notaron cosas extrañas en sus comentarios en wasaps: lo que en el mundo occidental –por marcar una frontera también mental– llamamos «ansiedad» o «depresión». Sus familiares utilizan otra palabra: se hundió, se rompió. El pasado 28 de junio se «autolesionó» en el hotel donde residía, y conviene emplear esa expresión porque, sin ser acusado de nada –pues no hay mayor negligencia que el olvido–, lo mantuvieron retenido en el Rashid Hospital de Dubái bajo sospecha de un delito castigado en los países musulmanes: el intento de suicidio. Su caso ha sido estudiado (también por médicos españoles que lo siguen en la distancia) y se trata de un «brote psicótico reversible». Él mismo se lo dijo a los psiquiatras que le atendieron: nunca pensó en quitarse la vida. Donde no llega la razón, llega la ineficacia de unos funcionarios que vieron en su expediente la confirmación de que había ido en contra de una «aleya» y, mientras unos de estos policías patrullan en Ferrari, Bugatti o Lamborghini, otros le retuvieron el pasaporte con medrosa obediencia o por hacer carrera. Un mes y medio desde su retención, olvidado incluso por el consulado, viviendo una pesadilla, ha conseguido la libertad. Hay zonas en la mente de una persona que ni Alá comprende.