Presidencia del Gobierno

La rebelión silenciosa

La Razón
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No sólo los políticos han perdido el crédito entre el pueblo llano. Uno de los fenómenos actuales más llamativos y dignos de reflexión es el desprestigio de las élites. De un tiempo a esta parte ha caído en picado la influencia de los intelectuales, incluido el «intelectual colectivo», como llamó Aranguren a la prensa. Hoy el «Yo acuso» de Zola o el «No es esto, no es esto» de Ortega apenas tendrían repercusión. Quedarían sumergidos en el confuso ruido de las redes sociales y en la indiferencia general. Ni los grandes editoriales ni todas las críticas juntas son hoy capaces, por ejemplo, de imponer el buen sentido en los dirigentes políticos forzando la formación de un Gobierno razonable. Los esfuerzos silenciosos del poderoso Ibex-35 presionando también en este sentido están resultando inútiles. Hace unos pocos años esto sería inimaginable. Ni siquiera es escuchado en el PSOE Felipe González, el líder histórico del partido, ni su periódico de referencia. Ni la Iglesia ni los sindicatos ni el Rey ni el resto de los llamados «poderes fácticos» influyen en el desarrollo de los acontecimientos. Carecen de repercusión. Como quien oye llover.

No se trata de un fenómeno nacional, sino que tiene dimensión universal, aunque aquí, por circunstancias conocidas y por nuestra tendencia al radicalismo, sea más llamativo. Esta falta de referencias intelectuales, morales y políticas está convirtiéndose en una de las notas características de nuestro tiempo. (La excepción del papa Francisco confirma la regla, pero me temo que pocos, ni los de dentro ni los de fuera de la Iglesia que le jalean, están dispuestos a seguir sus enseñanzas). Asistimos, sin estas referencias seguras, o más o menos fiables, a un cierto desquiciamiento general después de la dura crisis con el escandaloso aumento de las desigualdades sociales y a una reacción espontánea contra la globalización y las imposiciones desde fuera. En realidad se está produciendo un repliegue, una rebelión silenciosa de los de abajo, que algunos espabilados han visto a tiempo y pretenden capitalizar políticamente en su provecho. ¿Recuerdan? Los de abajo contra los de arriba: la gente contra la «casta» política, los banqueros, los medios de comunicación, el euro, la UE, la OTAN, etcétera. Y así proliferan en Europa movimientos políticos inquietantes. España no es una excepción. Advierto de que no me hago ilusiones: este artículo tampoco tendrá repercusión.