Alfonso Ussía

«La Roja»

Estoy hasta las narices de «La Roja». Cuando yo era niño, La Roja era Dolores Ibarruri, «La Pasionaria». Cuando cayó en mis manos la autobiografía del «Campesino», que tuvo que ser un elemento de cuidado, intuí que todo lo que se decía de Dolores Ibarruri no eran juicios gratuitos. En mi juventud, La Roja pasó a ser una mujer bastante fea, Jimena Alonso, que colaboró con los terroristas de la ETA y terminó en chirona. Mercedes Milá la llevaba mucho a su programa, porque la inteligente Mercedes siempre ha tenido una obsesión. Arrancarse de la piel su condición de hija del conde de Montseny, que era un señor agradabilísimo, muy buen educado y plenamente tolerante. Pertenecía al círculo íntimo de Don Juan De Borbón. Mercedes, lo supe más tarde en una comida, es una degustadora insaciable de caracoles, y recuerdo la recomendación de mi vieja bisabuela: «Nunca confiéis en los que comen caracoles». Entendí perfectamente, con años de retraso, la amistad de Mercedes con Jimena Alonso. Con La Roja en la trena, el trono del rojerío femenino se lo disputaron Marisol, Ana Belén y Cristina Almeida. Marisol me caía bien. Ana Belén regular y Cristina Almeida tenía sentido del humor. Una mañana, en Antena3, en los momentos previos al «Primer Café», Cristina estaba en manos de las maquilladoras. -¿Qué tal estás, Cristina?-; -pues ya ves, en Lourdes, intentando que estas chicas hagan un milagro-. Pero no eran rojas del todo, porque Marisol tenía un precioso balandro, Ana Belén no se bajaba de su «Mercedes» de alta gama y Cristina Almeida, sinceramente, era una descreída, como todas las personas inteligentes. Ahora que se nos ha marchado Adolfo Suárez, estoy en condiciones de escribir que «puedo prometer y prometo» que no sabía muy bien quién era Pilar Bardem. Nunca me he ocupado de la mediocridad, si bien, años más tarde, por pesada, La Roja por definición fue ella.

En los programas deportivos de radio y televisión y en los espacios impresos dedicados al deporte, «La Roja» es la Selección española de fútbol. En uno de los últimos partidos televisados, el disputado a una declinada selección, los españoles jugaron de azul, y aun así, los trepidantes comentaristas elogiaban el juego de «La Roja». Curioso lo de «La Roja», a la que no llegó la cretina «Memoria Histórica» de Zapatero. España, en sus principios, se equipaba con una camiseta roja o colorada, y pantalones negros. Sus medias eran negras con la bandera de España en el tramo posterior. El rojo y el negro no se muerden. Finalizada la Guerra Civil, el pantalón negro fue sustituido por un azul eléctrico en homenaje a la Falange, y con el azul eléctrico seguimos. En la aplicación permanente del calificativo «La Roja» por determinados periodistas hay una doble intención, nada lejana a la política. Y resulta curioso que «La Roja» y los azules se hayan reconciliado en el equipamiento de la Selección de España, que así es como habríamos de denominarla, «La Selección», como se llamó toda la vida.

A mí, que gane la Roja no me complace nada, porque veo a Pilar Bardem recogiendo un «Goya». Al que escribe, y a millones de aficionados al fútbol nos gusta, seguimos, aplaudimos, disfrutamos y padecemos a nuestra Selección. Lo de «La Roja» es una cursilería acuñada por una mente mediocre y sesgada. Además, que por aquello de las marcas y la publicidad, «La Roja» juega de azul, de blanco, de verde y si el dinero fluye, hasta de lila. En Río iremos con nuestra Selección. Y a La Roja, le deseo un buen verano con Ja, Pe y los nietos.