Reyes Monforte

La «vie en rose»

Si esto fuera el estreno de una superproducción o de un programa de televisión saldría un cartel anunciando que quedan cinco días para que conozcamos si la llamada «Viagra femenina» o «Viagra rosa» es aprobada para su comercialización o desechada.

No les niego que es un tema que para cierto sector de la población puede resultar superficial e incluso frívolo, tal y como sucedió cuando apareció la Viagra masculina. Pero si escuchas el relato de algunas mujeres diagnosticadas con trastorno de deseo sexual hipoactivo, que describen episodios de ansiedad, depresión, inseguridad, y cómo algunas de ellas que han participado en las pruebas experimentales de Flibanserin aseguran que el fármaco les ha salvado la vida, puede hacernos reflexionar. Claro que todo es relativo, pues todo es importante o deja de serlo según con lo que lo comparemos. Supongo que para alguien que esté en tratamiento oncológico, este asunto le parecerá trivial, pero no es menos cierto que a cada cual le duele lo suyo. Todo lo que contribuya a mejorar la vida merece ser tenido en cuenta.

Es fácil pronosticar que escucharemos mucho ruido al respecto. De hecho, ya se han oído algunas críticas acusando a las farmacéuticas y a los organismos reguladores de ser machistas por no querer dar luz verde a esta Viagra femenina. No es por destrozar argumentos milenarios, algunos tan milenarios que han quedado antiguos y su uso resulta ridículo, pero acusar a las farmacéuticas de machistas o feministas sabiendo que su única motivación –al menos, la principal– es la rentabilidad económica de sus productos, resulta hasta inocente. Normalicemos la vida y sus novedades. Nos hará bien.