Alfonso Merlos
Las malas compañías
¡Estamos salvados! Las huestes de Pablo Iglesias van de mal en peor. Se juntan con lo más granado de cada casa. Sin freno y con temerario entusiasmo. Es una somera conclusión que deriva de lo que hoy desvela LA RAZÓN. No es la gota que colma el vaso porque caerán más y en algún momento se arruinarán las previsiones electorales de Podemos.
¿Tan necesario era –acaso imprescindible– que este peligroso partido antisistema recurriera ahora a un personaje ligado al grupo armado M-19? ¿Acaso ya hemos olvidado que ésta era una banda violenta que secuestró a políticos de derechas, que amenazó al más puro estilo terrorista? ¿Son los individuos conectados a estos nauseabundos universos los que van a traer la regeneración a España? ¿Con una nueva Constitución? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Carecemos de capacidad de crítica?
Debería ser obvio que no. Pero es verdad que hay un segmento menor de los ciudadanos que no ve ni quiere ver las alarmantes derivadas de la conexión entre nuestros coletudos compatriotas y el chavismo puro y duro. Lo de Venezuela no es el principio ni el final de la baraja internacional de los radicales españoles. Al contrario. Monedero y su tropa no van a cesar en su empeño por situar a nuestro país como imán de los tipos más excéntricos y retrógrados y ultraizquierdistas que pululan en la vieja Europa o en la deprimida América Latina.
Los colegas de Jorge Verstrynge han inflado artificialmente un globo que no va a estallar de repente. Pero sus peregrinas ocurrencias, sus inexplicados escándalos y sus iniciativas de aurora boreal provocarán que día a día se vayan desinflando. No es una ley física. Será la consecuencia de la irresponsabilidad, la propaganda y el engaño. Simplemente.
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