José Antonio Álvarez Gundín

Llamadme Mònica

Ante la sangría de empresas que padece Cataluña, de las cuales más de mil han cruzado el Ebro en los últimos tres años para instalarse en Madrid, Artur Mas ha tomado dos decisiones tan drásticas como eficientes: en primer lugar, le ha ordenado a Felip Puig que diga alguna tontería para desmentir al Registro Mercantil, instrucción que el portavoz ha ejecutado con admirable diligencia y fidelidad. La segunda medida ha sido amarrar económicamente a la periodista Mònica Terribas para impedir que fiche por algún medio de comunicación madrileño o de Cuenca, y deje huérfana a la opinión pública catalana de su certero y ecuánime criterio. En razón de lo cual, le ha firmado un contrato de 430.000 euros al año por dirigir durante las mañanas un programa radiofónico de ámbito regional cuya audiencia, estirando mucho la goma, apenas si da para llenar el Nou Camp en el mes de mayo.

Admiro desde antiguo el periodismo que se hace en Barcelona, más sosegado y amable que el estepario de Madrid, pero a partir de ahora lo aprecio por un motivo más: por los sueldazos que se pueden llegar a cobrar, si se trabaja con aplicación y entrega, en los medios públicos que dependen de la Generalitat. Si las empresas catalanas tienen motivos sobrados para trasladarse a Madrid, los periodistas madrileños tenemos cientos de miles de motivos para mudarnos a Barcelona y gozar de las mieles salariales que la Generalitat derrama sobre sus medios de comunicación. Ahí, es justo reconocerlo, Artur Mas le da sopas con honda a Ignacio González. Además, discrepo rotundamente de quienes critican a la compañera Terribas pues estoy persuadido de que al cobrar casi medio millón de euros tendrá independencia absoluta para realizar su trabajo sin interferencias políticas ni presiones de la Generalitat. Por ejemplo, me apostaría la décima parte de su sueldo a que no le temblará la voz para informar de los 50.000 niños catalanes que padecen malnutrición, ni de los recortes sanitarios que han cerrado plantas enteras de hospitales, ni de cómo Tarragona tuvo que suspender los «castellers» de Sant Magì porque no había ambulancias, ni de los desmesurados impuestos que agobian a los ciudadanos... Más aún, pondría la mano a disposición del verdugo a que la compañera Terribas abrirá la temporada radiofónica con una investigación de por qué cada día hay una empresa catalana que pliega su sede principal y la traslada a Madrid buscando un clima más saludable. Por 430.000 euros anuales incluso podría entrevistar a todas. En todo caso, por favor, llamadme Mónica Terribas. Por si cuela.