Cristina López Schlichting

Los barcos de piolines

La Razón
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Ahora que empieza de verdad el año –pasado Reyes– me gustaría continuar con la campaña de este periódico a favor de la policía nacional y la guardia civil y reclamar la construcción de instalaciones donde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado puedan alojarse decentemente en caso de emergencia en cualquier parte del territorio nacional. Una de las bondades del procés catalán ha sido la de abrirnos los ojos a nuestras miserias. Muchos españoles ignorábamos antes de este de-safuero la profundidad del odio sembrado por el nacionalismo. A la luz de la «revolución de octubre» de 2017 hemos conocido la vampirización de los fondos públicos para fines ideológicos, el maltrato a quienes no secundan el independentismo o prácticas de partido que tienen más de secta que de política. Ver a tantos compatriotas coger un tren y gastarse el dinero empleando el fin de semana en manifestarse en Barcelona ha sido una conmovedora muestra de patriotismo, un reavivarse de las profundas raíces de afecto hacia Cataluña.

La decidida y valiente intervención del Rey y la aplicación del 155 han sentado los límites de lo que se puede tolerar en democracia bajo la supuesta bandera de la autodeterminación. Ahora sabemos lo que se puede y no se puede y las consecuencias que entraña. A partir de este momento tenemos certeza de la respuesta que conllevará cualquier intento de montar una administración paralela, una diplomacia doble, una milicia propia. No nos engañemos, sin embargo, con respecto a que hay profundas raíces de nacionalismo sembradas actualmente con fuerza en Cataluña y que reciben expansión a través de los medios de comunicación y la escuela utilizada con fines militantes.

Hasta lograr un espacio real donde todos quepan y sean respetados queda un camino largo, y desde luego no cabe desdeñar la posibilidad de que policía y guardia civil sean de nuevo necesarios en Cataluña. A este fin hay que proveer para que la kafkiana escena de la policía albergada en barcos de pasajeros no se repita. No quiero criticar la medida del ministro del Interior, entiéndaseme, en las circunstancias límites que se vivieron fue ingenioso y resuelto y se ha demostrado eficaz, pero convendría proveer las infraestructuras necesarias para que los agentes nacionales pernocten y vivan sin problema en toda España.

Como ignoro lo que ha fallado aquí, no sé si los propios cuarteles de los mossos carecen de capacidad para prestar apoyo a las unidades nacionales o si no les ha dado la gana a los responsables de Interior de Cataluña hacer de anfitriones como les correspondía. En todo caso, construyendo comisarías o habilitando las existentes, parece evidente que España necesita modificar algo en Cataluña.

La mofa y befa de que han sido objeto las fuerzas de seguridad por los independentistas se resolverá en los tribunales. Llamar «piolines» a los hombres y mujeres que hacen cumplir el mandato constitucional y parlamentario fue una broma repugnante, inspirada en los famosos barcos. Pero no habría habido ocasión para tanta tontería si los desplazados por una emergencia hubiesen dispuesto de un alojamiento regular.

SUMARIOS: que la kafkiana escena de la policía albergada en barcos de pasajeros no se repita.

convendría proveer las infraestructuras necesarias para que los agentes nacionales pernocten y vivan en toda España