Pedro Narváez

Los bestias

La Razón
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Había una ley, la del maltrato animal, que el Gobierno puso a rodar sin que hasta ahora ningún juez tropezara de frente con ella. En ángulo muerto mientras otras adelantaban a diestra y siniestra con ruido de fiscales y otras togas. Aullidos de injusticia. Pero ya hay un malnacido camino de la cárcel por moler a palos hasta la muerte a un caballo que no ganó una carrera. Quinientos euros perdidos en la tómbola de los hipódromos daban derecho a la barbarie. La ira es una droga que fulmina a los mas débiles. Los gánsters de película examinan a los sicarios con un disparo a su perro. Si superan esa prueba pueden destripar al Chapo. Los animales embrollan las discusiones bien pensantes de los progres guays. Delante de mis narices a una animalista le afearon que votara al PP, como si un partido fuera más misericorde que otro. Se hacen un lío consentido entre lo vegetariano, la tauromaquia, el toro de la Vega y el maltrato gratuito. Ponen de un lado a los buenos, que siempre son de izquierdas aunque disculpen al abuelo machista que luchó por la clase obrera, y de otro a los malos, que inevitablemente son de derechas y tienen cara de hacer perrerías. Es esa superioridad moral que el siglo XXI no ha trascendido, como si aún viviéramos no ya en «Regreso al futuro», sino en «El planeta de los simios». No entienden que se pueda defender a los toreros, y abominar del linchamiento de Tordesillas y de los bestias que hacen con sus mascotas lo que merecerían sufrir ellos. La ideologización ha entrado hasta la cocina para elaborar un pisto amargo. Déjenme en paz. Unas siglas no llevan tatuadas un manual de ética cotidiana. La imagen del caballo muerto después de que una paliza con una barra le destrozara el cuello provoca tal desconfíanza en los humanos de todas las afiliaciones que espero reencarnarme en mono aunque me usen de cenicero. O encomendarme al Papa franciscano. Hermano Sol, hermana Luna y etc. Este periódico lleva años en campaña a favor de los animales. Del arte de Morante. También en contra del aborto. Debemos ser unos raritos. Hay otro espécimen de persona que está a un paso de la prisión por dejar inane a su perro. Si es culpable espero que reciba castigo ejemplar por el crimen, que ladre su pena hasta que escupa toda su rabia y aquella ley se propague hasta que no haya un galgo colgado de un árbol que parece España un remedo de Lola Gaos en «Furtivos». No se trata de equiparar ni de lejos a las personas humanas que mueren cada día en los mares de invierno con los peces que se comen a su paso. Habría que ser, si me permiten, un imbécil que ha perdido la brújula de su lugar en el mundo. Pero esa cabeza de caballo pesa en la memoria como aquella otra que servía de aviso en «El Padrino».