Francisco Marhuenda
Luis López Guerra y la «Parot»
Todo parece indicar que gracias al profesor Luis López Guerra, catedrático de Derecho Constitucional y actualmente magistrado del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, asistiremos a un disparate jurídico que comportará que no se pueda utilizar la denominada «doctrina Parot» en la jurisprudencia española. Nunca entenderé a López Guerra, que ha sido decisivo en la conclusión de un proceso que significa la derrota del Estado de Derecho, por más que lo disfracen con argumentos elaborados para la triste ocasión, y una victoria para unos delincuentes que han perpetrado crímenes brutales. No debería ser una cuestión ni política ni partidista, sino la expresión del respeto a la dignidad humana. López Guerra es una de las figuras más influyentes dentro del Derecho público español y en la izquierda doctrinal. Encabeza una escuela mayoritaria en la asignatura, que por cierto ha colocado con gran generosidad numerosas plazas de catedráticos y profesores titulares con mano férrea. No tengo ninguna cuestión personal o académica que nos separe cuando escribo triste estas líneas y no maniobraron en mi contra cuando conseguí la acreditación. Es una crítica que responde a mi incapacidad para entender cómo un jurista español es capaz de amparar un atropello de estas características, que es un insulto a las víctimas de esos crímenes atroces, que no son sólo los cometidos por la banda terrorista ETA.
López Guerra tenía la capacidad de influir decisivamente en uno u otro sentido, pero prefirió destruir la «doctrina Parot». Es una línea de actuación judicial que permitía resarcir los despropósitos de un Código Penal obsesionado con la reinserción de unos asesinos que en su imensa mayoría no sólo no se quieren reinsertar, sino que se sienten orgullosos de sus crímenes. Los beneficios penitenciaros han sido una burla que ha permitido que cometer un crimen sea muy «barato» en nuestro país. Es una vieja discusión en el Derecho Penal desde el marqués de Beccaria, que en nuestro país se ha saldado, desde los años de la Transición, con el «buenismo» de los juristas de izquierdas, que han impuesto una interpretación que favorece a los presos y es vejatoria para las víctimas. El error de López Guerra es heredero de esa concepción tan dolorosa para una sociedad que ha sufrido la brutalidad del terrorismo durante décadas y ha visto cómo los asesinos recibían un pobre castigo o de los que perpetraban otro tipo de asesinatos que ahora se verán libres. No entiendo ni su conciencia ni su concepción del Derecho.
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