Paloma Pedrero

Manipulados

La Razón
La RazónLa Razón

La tele, las redes, los móviles... Conectados, manipulados, contaminados. Sobrecogidos. Porque no hay verdad, porque no la conocemos. Opinamos desde la ignorancia, incluso decimos sentir lo que no sentimos. Nos asombra ver cómo del mismo hecho salen versiones tan opuestas. Todo movido por intereses. Ni siquiera los hechos informativos son contados con rigor, con objetividad. Profundizas en las noticias y, al final, tienes que recurrir casi a tu instinto para poder valorar cualquier asunto.

Los más informados dicen que hay un entramado maligno. ¿Nos engañan? Bueno, sí, yo sé que engañan los de la luz, el gas, los seguros y muchos más. Es obvio también que la publicidad, las farmacéuticas, los políticos, los burócratas, los negociantes... Pero dicen que además hay un complot a nivel casi cósmico de malhadados personajes que quieren controlar el mundo y sus riquezas. ¿Para qué? Si ellos están enfermando, como todos, y acabarán bien encerraditos en una fosa de oro. Pero la realidad es que esta sobreinformación manipulada, comentada y coreada por tantos; ese eco aciago de la ignorancia no trae nada bueno a nuestras vidas. La gente, al menos por aquí, vivimos entre el miedo y la farmacia. Virus implacables, cánceres arbitrarios, brotes psicóticos y tristezas llenan los cuerpos de medicamentos. ¿Quién se queda con las ganancias de estos daños? No soy paranoica, y personalmente me encuentro bien. Pero algo está oliendo a podrido. Y la violencia se desata en el corazón de los humanos fácilmente cuando ese corazón está herido o cansado. Sin embargo la paz también es contagiosa. El amor también fluye. Y hemos de demostrar que somos personas poniéndonos a la tarea de ejercitarlo. Aunque nos cueste. Con la educación, la cultura. La conciencia.