Cástor Díaz Barrado
Más incierto
El futuro de la humanidad es cada vez más incierto. Esto, que se puede considerar un lugar común es, sin embargo, una verdad y esconde lo que sucede en la realidad. Lo que acontece en la comunidad internacional, en la actualidad, conduce al desánimo o, al menos, a la desazón de que no es posible encontrar un marco estable para la convivencia y que los Estados son incapaces de dar respuesta a los problemas que nos aquejan. Los conflictos se prologan en el tiempo y no es fácil encontrar una solución que resulte aceptable para todos. En algunos casos, estamos ante enfrentamientos que resultan insolubles. La situación en el Próximo Oriente, a pesar de que, en ocasiones, no quede reflejada en los medios de comunicación con asiduidad, sigue planteando importantes retos a la comunidad internacional. Siria se desangra día a día y nadie quiere asumir la responsabilidad en la solución de este conflicto. Más aún, la comunidad internacional no tiene, ni tan si quiera, la capacidad de identificar a los culpables de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos. La cuestión palestina no encuentra solución alguna y, poco a poco, se van esfumando las esperanzas de una situación que conduzca a una paz justa y equitativa. Tan sólo tenemos, de vez en cuando, alguna buena noticia en esta zona del planeta en la que se está produciendo, sin duda, un repliegue en el poder del Daesh. Pero Irak sigue sin encontrar los elementos de estabilidad y las posiciones de los kurdos vienen a complicar, aún más, un panorama que siempre resulta incierto. No hay amenazas específicas, vivimos, en realidad, en la permanente amenaza que atenta contra la paz y la seguridad internacionales. No hay retos que superar puesto que la comunidad internacional no tiene claros cuáles son los objetivos que se deben alcanzar para lograr la paz en el planeta. Todo es incierto. Todo es, cada día, más incierto.
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