Cástor Díaz Barrado
Más que nunca
Las cosas no van bien en Europa y tampoco en la Unión Europea. El conflicto en Ucrania no tiene una fácil solución y Rusia pretende dejar claro cuáles son los objetivos que persigue su política exterior. Asistimos a un conflicto armado en Europa, hasta ahora de baja intensidad, que enrarece las relaciones en el conjunto del continente europeo. Rusia aspira a consolidar su área de influencia y a conseguir que una parte de Europa siga sus líneas de actuación. Las elecciones al Parlamento Europeo ponen de relieve, una vez más, el desapego de los ciudadanos con el proyecto de construcción europea o, al menos, el desinterés en unas elecciones con unos índices muy bajos de participación. Los intereses nacionales se entremezclan con las propuestas estrictamente europeas y todo parece indicar que las cuestiones locales se imponen sobre el interés común de Europa. Muchos partidos políticos ponen en duda la actual configuración de la Unión Europea, aunque no se atreven todavía a expresar, con nitidez, que no creen lo más mínimo en Europa. Todo llegará. Es verdad que muchas cosas no se están haciendo bien, que la Europa integrada se ha convertido en un marco burocrático y complejo difícil de comprender y en el que las decisiones más necesarias para los ciudadanos se demoran en el tiempo. Priman demasiado los intereses nacionales, que los grupos más radicales y populistas aprovechan para deslegitimar a la Europa unida. Los partidarios de la fragmentación están en alza y aventuran que, en no mucho tiempo, podrán contribuir de manera decisiva al fin de la Unión Europea. Ahora más que nunca es la hora de la integración y de la unidad de los europeos. Nada mejor que Europa para el bienestar de todos. Precisamos de una unión económica y monetaria completa y en el menor tiempo posible, y es necesaria, también, una política exterior verdaderamente comunitaria. Ha llegado la hora de la desaparición de los estados. Los intereses nacionales se revuelven y abogan por la separación. Ahora más que nunca hay que afirmar el europeísmo porque no queremos volver a la opresión de los estados. Debemos estar atentos y afirmar nuestra identidad europea. La unión no puede ser un mero conglomerado de estados que defienden sus propios intereses. La integración es nuestro futuro, la fragmentación es el pasado. Ahora más que nunca tenemos la oportunidad de cerrar las puertas a los nacionalismos. No debería haber otra patria ni otro destino más que Europa si queremos seguir avanzando en la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social.
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