Carmen Gurruchaga
Menos independentistas que en 2010
El bloque independentista en Cataluña tiene hoy menos fuerza que hace dos años, pues el resultado electoral de ayer le dejó con dos diputados menos en la Cámara autonómica que en 2010. Así pues, el presidente de la Generalitat perdió la apuesta que le llevó a tomar la decisión de adelantar las elecciones con el único fin de obtener un triunfo arrollador y lanzar a esa comunidad autónoma por el arriesgado camino de un incierto soberanismo. Los electores catalanes le dieron ayer la espalda a él personalmente, que perdió 12 escaños y no obtuvo ningún rédito de esa supuesta notable popularidad que le habría concedido su advertencia a «Madrid», al escuchar la negativa de Rajoy a conceder a Cataluña un concierto económico similar al vasco. Si le hubiera salido bien la jugada, camuflaría su mala gestión de la pésima herencia recibida del tripartito de PSC, ERC e ICV, pero ha sido precisamente su apuesta independentista la que ha beneficiado al partido que tiene la independencia como seña de identidad, ERC, que dobló su resultado electoral. Esta formación es corresponsable junto al PSC de la mala situación económica por la que atraviesa esa comunidad. Pero como Mas no había planteado los comicios en términos de gestión sino de soberanía nacional, le ha hecho involuntariamente la campaña a ERC, pues los independentistas de verdad han preferido votar el original en lugar del sucedáneo. CUP, la otra fuerza independentista que se presentaba por primera vez, obtuvo un notable éxito para ser debutante. Pero con los resultados en la mano, puede decirse que Mas ha fracasado electoralmente, al haberse quedado lejos de esa mayoría absoluta que pretendía; y también como presidente de todos los catalanes ya que tras los comicios aparece una fractura social entre nacionalistas y constitucionalistas, difícil de gestionar y de superar. Y como el que no se consuela es porque no quiere, los líderes nacionalistas pondrán el énfasis en que el bloque de partidos soberanistas será mayoritario en el Parlamento catalán, pero también es verdad que con una participación altísima, los nacionalistas hoy tienen menos influencia que ayer, algo que deberían tener muy en cuenta a la hora de gobernar. Enfrente se sitúan los partidos no nacionalistas, que superando el vendaval independentista en el que ha prevalecidos el discurso visceral y por ende antirracional, han mantenido el tipo, pese al batacazo del PSC que tendrá 8 escaños menos y queda relegado al tercer lugar. Porque el PP mejoró sus resultados y Ciutadans triplicó su número de escaños. En síntesis, ayer fracasó la pretensión nacionalista-independentista consistente en demostrar que «el pueblo catalán» es nacionalista, ya que esta opción perdió fuelle, mientras que la balanza se inclinó a favor de los constitucionalistas. Como diría un clásico: para este viaje no se necesitaban alforjas.
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